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La elección de la balear Francina Armengol como nueva presidenta del Congreso con mayoría absoluta de 178 votos ofrece una señal muy importante que da verosimilitud a la investidura de Pedro Sánchez. La base será la negociación entre el Gobierno PSOE-Sumar y los partidos ... nacionalistas y soberanistas vascos y catalanes. La viabilidad de la legislatura empieza a tomar cuerpo, aunque eso no implica que vaya a estar exenta de notables dificultades en los próximos meses. Lo que hemos visto estos días de agosto es tan solo el aperitivo de lo que nos viene. Más allá de las consideraciones catastrofistas sobre los resultados del 23 de julio, la única vía factible para no repetir las elecciones generales pasa por ejercitar la política en su sentido más exigente. Pedro Sánchez sale airoso del envite de este jueves porque el resultado de la sesión le acerca a que el Rey le proponga como candidato a la investidura como el aspirante que más apoyos parlamentarios va a concitar en el Congreso para liderar el Gobierno.
Al final salió la fumata blanca tras una negociación muy tensa y alambicada con los nacionalistas catalanes, en especial con Junts, que se ha estrenado con un acuerdo con Pedro Sánchez sobre el uso del catalán, del gallego y del euskera en el Congreso y por la luz verde a una comisión parlamentaria sobre el espionaje del caso Pegasus en el entorno independentista catalán. El pacto se mueve lejos de la escenografía retórica de la dureza que se radiaba como la intransigencia de Waterloo, que colocaba en el centro de discusión las reivindicaciones de la amnistía y del referéndum del derecho de autodeterminación, lo que hacía imposible el compromiso en el corto plazo. Pero la apuesta por el diálogo en Cataluña es la clave de bóveda de la legislatura y este principio augura cuatro años de gran voltaje político, sobre todo porque la rivalidad entre Junts y ERC puede complicar y enredar si quiere más el campo de juego.
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Cristina Cándido
Pero Puigdemont no ha querido contribuir a confirmar el estereotipo de ser el villano de la película y ha sintonizado con los referentes más pragmáticos de su partido que también pesan en Junts, sensibles a lo que piensa el mundo económico catalán a la hora de permitir, cuando menos, que se inicie la legislatura.
En otra pista del escenario se ha movido la negociación con Coalición Canaria y con el PNV, sin el ruido ni la dimensión mediática de los catalanes. Los jeltzales se han decantado al final por apoyar a Armegol, conscientes del riesgo de desgaste que podía encerrar una operación alternativa.
El desenlace de este jueves no sentencia el rumbo de la nueva etapa surgida tras los comicios de julio pero revalida las opciones de la izquierda para garantizarse una mayoría parlamentaria y desdibuja más si cabe las expectativas que había generado Alberto Núñez Feijóo en torno a su supuesta mayoría de cambio que el PP colocaba incluso en 172 diputados de partida. Los números son los que son y este principio de realidad es la primera gran lección que podemos extraer de la sesión de este jueves. Incluso con el desencuentro entre el PP y Vox para elegir la Presidencia del Congreso, que deja fuera a la ultraderecha de la mesa de la Cámara. Un primer gesto que no pasa inadvertido.
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