Nadie pone en duda que ha sido un proceso inédito en el que el Gobierno no ha tenido otra opción que ir inventando y legislando sobre la marcha. Tampoco que es imposible regular la vastísima casuística de la vuelta a la vida de un ... país de 47 millones de almas. Aun así, los 56 días del proceso de desescalada hacia la 'nueva normalidad' que culminarán el próximo domingo cuando acabe la última prórroga del estado de alarma han estado marcados por las continuas improvisaciones, contradicciones y mensajes confusos. El último volantazo ha sido hoy mismo, cuando Pedro Sánchez anunció el adelanto de la apertura de fronteras después de que el Gobierno haya dicho lo mismo y lo contrario, y se haya desmentido a sí mismo, en los útimos días.
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Los equívocos empezaron desde el principio, con los niños y su desconfinamiento. El 18 de abril, Pedro Sánchez, compareció ante toda España para lanzar el primer mensaje de esperanza pasado lo peor de la pandemia: los pequeños iban a salir un rato. El presidente aseguró que los críos hasta 12 años iban a pisar la calle a partir del lunes 27 de abril. Pero no fue así, al final fueron los niños de hasta 14 años y la medida, en contra del parecer de los técnicos, se adelantó al domingo 26, provocando aquellas imágenes de parques congestionados.
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La cambiante regulación de la ansiada salida de los niños mantuvo en vilo a millones de padres y pequeños durante días. La situación llegó al borde del ataque de nervios cuando el 21 de abril, la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, dijo que aquellas salidas de los menores iban a ser solo para acompañar a los adultos al super o a hacer gestiones al banco. La polémica por aquel despropósito (cuya paternidad sigue siendo ignota) llegó a coger tal volumen, que los desmentidos y matizaciones se sucedieron hasta que el vicepresidente Pablo Iglesias dos días después, apuntándose su particular tanto en la desescalada, enmendó la plana a la portavoz y anunció unos paseos normales.
Los niños, en principio, tuvieron su franja horaria de salida desde las 9.00 a las 21.00 horas, pero aquello también cambió enseguida. Una semana después con el permiso de salida del resto de la población su turno se redujo de 12.00 a 19.00 horas.
La autorización a finales de abril de la salida de toda la población a hacer deporte o pasear planteó tal avalancha de dudas y explicaciones a medias que es imposible resumir. Eso sí, la reina del desconcierto en ese inicio del desconfinamiento generalizado fue la mascarilla, ese engendro que Sanidad denostó públicamente al inicio de la crisis sanitaria hasta el punto de afirmar que su uso podía ser contraproducente y que luego pasó a ser la panacea.
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Y en eso llegó el plan oficial de la desescalada o de «transición hacia la nueva normalidad». El 28 de abril Sánchez presentó ese plan como un marco inamovible, ya que del rigor en cumplir las normas que marcaban los escalones iba a depender el éxito del desconfinamiento. El Gobierno, afirmaba el presidente, iba a liderar en solitario una desescalada, en la que a las comunidades solo les quedaba obedecer y presentarse a los exámenes para pasar de fase.
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Pero de aquellas reglas que empezaron aplicarse el 4 de mayo pocas permanecieron inalteradas. Las provincias que iban a ser el marco de la desescalada dejaron paso, en muchos casos, a las regiones o áreas sanitarias. La obligadísima permanencia de dos semanas (período de incubación del virus) en cada fase, tuvo sus excepciones. La regla de llegar a la 'nueva normalidad' solo tras el paso indispensable por las tres fases, también desapareció.
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Las autonomías, que no iban a dictar nada porque el mando era único de Sanidad, empezaron a ganar peso, hasta el punto de que Euskadi comenzó pronto a dictar sus reglas por separado. Y en la fase 3 el Gobierno se inventó sobre la marcha que entregaba el mando a las comunidades' para sacudirse las quejas de las autonomías por su falta de peso en el proceso.
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En cada fase hubo contradicciones, hasta el punto de que se podía ir al bar a cualquier hora que estuviera abierto, pero las franjas para deporte o pasear a los niños seguían restringidas. Pero sobre todo, la ceremonia de la confusión durante la aplicación del plan estuvo alentada particularmente por los mensajes contradictorios del Gobierno, anunciando en el plazo de unas horas que se permitían los viajes a segundas residencias en la provincia y lo contrario. O cuando el ministro José Luis Ábalos adelantó que a partir de la fase 3 se iban a permitir los desplazamientos entre comunidades y su colega Salvador Illa le desmintió al día siguiente.
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Y cuando parecía que no había más tiempo para los autodesmentidos porque la desescalada llegaba a su fin, el Gobierno todavía tuvo tiempo ayer para la última rectificación sobre un anunció, a su vez, ya rectificado. Cuando la ministra Reyes Maroto anunció el 4 de junio que el 22 se abrirían las fronteras con Francia y Portugal, el Ejecutivo en tromba salió a corregirle e insistir en que hasta el 1 de julio nada… Hasta que Sánchez este domingo ha rectificado la plana a todos sus ministros y dio una nueva tercera fecha para la apertura de las fronteras: el 21.
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