No solo Isabel Díaz Ayuso frunce el ceño en el PP ante la estrategia de la dirección nacional de su partido de acercarse a Junts. El PP catalán reivindica su autonomía dentro de la formación y rechaza el entendimiento con los independentistas tras lo ocurrido ... con el 'procés', una oposición que provocó choques en el pasado entre Alberto Núñez Feijóo y Alejandro Fernández.
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Entre los populares catalanes cunde la impresión de que hay compañeros en la dirección nacional que cometen la «torpeza» de hacerse «ilusiones» con Junts por haber ganado varias votaciones en el Congreso junto a los de Puigdemont infligiendo derrotas al Gobierno. Es el vestigio de una cierta «nostalgia noventera» -agregan- por los llamados pactos del Majestic entre el PP y CiU, suscritos por José María Aznar y Jordi Pujol para asentar al primero en La Moncloa. Los tiempos son otros, según advierten en las filas de los de Fernández, que consideran que tanto Junts como el PNV están cómodos con el PSOE, Sumar y Podemos en el proceso hacia una España confederal. Y el PP no puede jugar a eso, concluyen.
En la cúpula de los populares catalanes mantienen que el partido debe evitar el «error» de seguir enviando mensajes para intentar seducir a quien consideran que es imposible que se dejen persuadir. Lanzar guiños a Puigdemont como están haciendo los dirigentes afines a Feijóo, señalan estas fuentes, es propiciar el crecimiento de Vox. Porque la vía de intentar acercarse a Junts resulta inviable, según el PPC, mientras Puigdemont no rectifique su posición unilateralista de confrontación contra el Estado.
Según este diagnóstico, aunque en ocasiones da muestras de querer parecerse a lo que fue CiU, sobre todo en lo que tiene que ver con las políticas económicas, Junts no cambiará de guion en la carpeta identitaria, porque si se mueve -aventuran los de Alejandro Fernández-, el soberanismo de ultraderecha de Aliança Catalana podría llegar a los 20 diputados y convertirse en la fuerza de referencia del independentismo en Cataluña. Sílvia Orriols (AC) ha irrumpido con fuerza este año en el Parlament con dos diputados, con un discurso muy contundente en la defensa de la declaración unilateral de independencia y muy radical contra la inmigración, sobre todo la de origen musulmán. Es una fuerza al alza.
La compleja relación del PP con Junts constituye una de las razones por las cuales, según opinan en el PPC, Alberto Núñez-Feijóo evita la celebración de un congreso nacional del partido. De convocarlo, abriría el debate interno sobre el corpus ideológico del PP y se vería obligado a fijar en las ponencias una posición clara no solo sobre los pactos con los de Puigdemont, sino sobre el modelo territorial y la financiación autonómica, lo que podría enfrentarlo con barones autonómicos del partido. Las fuentes territoriales concluyen que, en realidad, el PP y Junts no pueden entenderse porque nada de lo que ofrece Pedro Sánchez a cambio del apoyo de los junteros ni nada de lo que reclama Carles Puigdemont, empezando por los beneficios para su situación personal, pueden asumirlo el líder de la oposición.
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Feijóo y Alejandro Fernández han mantenido discrepancias que son públicas sobre el acercamiento a Junts. El jefe de filas del PPC se opone de forma frontal. Los populares catalanes reclaman un partido en Cataluña con «personalidad propia», sin «tutelas» de la calle Génova. Porque en el entorno de Alejandro Fernández consideran que en algunos aspectos pueden ser más duros que el PP nacional, como en el acercamiento a los nacionalistas, y en otros más blandos. La situación política en el Parlament es distinta que en el Congreso, donde PP y Junts pueden llegar a acuerdos, cada uno siguiendo su estrategia, unos para desgastar a Sánchez y los otros para presionarlo. Junts no contempla, en cualquier caso, apoyar una moción para tumbar al Gobierno, que Génova también descarta si es para perderla. Pero dada la fragilidad del Ejecutivo y la creciente denuncia por Puigdemont de los incumplimientos de los compromisos adquiridos, ni los independentistas descartan dejar sin aliento al presidente ni los de Feijóo beneficiarse de un eventual colapso de la legislatura.
El PPC pide no ser una sucursal de Génova. Y pone sobre la mesa los votos como prueba de que su estrategia de rechazo frontal al nacionalismo da frutos. En las últimas catalanas, Alejandro Fernández pasó de 3 a 15 escaños y cree que puede llegar a 20 y superando el listón de Josep Piqué o Alicia Sánchez Camacho, ambos con una política menos reacia hacia los soberanistas pre-'procés'. El PPC calcula que captaron 75.000 votos del PSC, de socialistas cabreados por la amnistía y las cesiones de Sánchez al independentismo. Si Illa se disparó a 42 escaños, según los populares, es porque compensó esa sangría pescando en ERC y los comunes.
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