Abascal se rodea de la ultraderecha internacional para presentar su hoja de ruta electoral

El partido verde, desde luego, sacó músculo de sus buenas relaciones en el exterior. En las pantallas del MadCool de Valdebebas, el macrorecinto de los grandes festivales musicales de la capital, aparecieron con mensajes de apoyo a Abascal y los suyos rostros tan conocidos como polémicos como el del expresidente de Estados Unidos Donald Trump; o la vencedora de los recientes comicios en Italia Giorgia Meloni.

Vox también aprovechó para exhibir su lado más antieuropeista invitando al estrado en Madrid al primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki o a través de video conferencia al 'premier' húngaro, Viktor Orbán. Dos personajes a los que Vox situó bien visibles en la escaleta de su evento, sabedores del dolor de cabeza que están causando a Bruselas, que, incluso, cuestiona abiertamente ya sus métodos autoritarios.

El expresidente colombiano Álvaro Uribe, el republicano Ted Cruz, la hija de la expresidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez (actualmente en prisión) o el excandidato ultraconservador chileno José Antonio Kast completaron el plantel de polémicos apoyos a Vox en su acto de presentación de su programa «España Decide».

Abascal, entre gritos de «presidente» desgranó ese ideario con el que Vox pretende coger impulso para el 2023 y desmentir a unas encuestas que le sitúan en retroceso desde hace meses. En esencia, la propuesta se basa en exigir consultas populares sobre temas claves de la actualidad nacional para intentar disminuir el poder de unos partidos a los que el presidente voxista acusó de alimentar los «consensos podridos y bastardos de separatistas y globalistas». «Más y mejor democracia» –explicó- para que la «España oficial se parezca más a la España real y no al consenso de los partidos». Para «recuperar la democracia de las manos de la partitocracia».

Y la lista de temas que la formación conservadora querría llevar a esos hipotéticos plebiscitos para que «todos los españoles sin excepción ejercieran su derecho a decidir» es enorme. Consultas sobre el fin de la «sobredimensión» de los Estados para que la administración central «recuperara» la sanidad, la educación y la justicia; decidir si se acaba con las ayudas públicas a sindicatos y partidos; un referéndum para votar si se ilegalizan los partidos que «atacan la unidad de nuestra patria»; plebiscito para ver si se derogan las «leyes de género que atacan a la familia»; consultas para frenar el «multiculturalismo y las fronteras abiertas y rotas que son una puñalada contra nuestra civilización»…

Pero más allá de las propuestas oficiales de ese programa de «España Decide», la nueva imagen de Vox presentada este fin de semana MadCool y con la que pretende ganar adeptos en las citas municipales, autonómicas y generales parece más antieuropeista y, sobre todo más escorada a la derecha populista, en consonancia con sus invitados. Y es que, al margen del hecho de que Abascal definiera a Trump como un «adelantado de la lucha de las naciones sobernas» o pusiera a Orbán como «ejemplo para los políticos que quieren servir a su pueblo y que no se arrodillan ante los burócratas», la escenografía y los mensajes de Vox en el Viva22 fueron mucho más allá de los de 2021.

Buena prueba de ello fue la actuación en sábado de Infovlogger y Los Meconios. En su canción 'Vamos a volver al 36', se reivindica «cabrear a los comunistas, feministas y progres». «La izquierda que gobierna se llama frente popular, rodeados de revolucionarios, pajilleros de sofá», es parte de la letra de esta composición que se escuchó en el escenario de Vox, en la que también se afirma que «las feministas protestan por una violación grupal, hay 10 más que investigar, me da igual son de Senegal» o «si eres gay y quieres ir a ver el orgullo LGTB, debes enseñar el carnet de buen homosexual».

Este domingo, después de que la canción en Viva22 se hiciera viral en las redes, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) pidió a la Fiscalía General del Estado investigar la actuación por un supuesto delito de odio.