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El Partido Popular se encuentra inmerso desde hace semanas en la compleja tarea de forjar una oposición contundente para hacer frente al recién formado Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, pero los vaivenes de su particular y obligada relación con Vox, su competidor entre el ... electorado de la derecha y socio en hasta cinco comunidades autónomas, continúa suponiendo un contratiempo mayúsculo para los de Génova.
Las palabras de Santiago Abascal este fin de semana en Argentina durante la toma de posesión como presidente de Javier Milei, donde acusó en una entrevista en el diario 'Clarín' al secretario general del PSOE de «no tener principios» y aseguró que habrá «un momento dado que el pueblo querrá colgarlo de los pies», han servido de pretexto una vez más para que el Ejecutivo exija al PP romper sus pactos con Vox y para que los populares se desmarquen de las «lamentables» palabras de su aliado.
Fuentes del PP se apresuraron la misma noche del domingo a recalcar que en la formación no compartían esas declaraciones, pero hoy la censura fue total. El primero que salió al paso, el propio Alberto Núñez Feijóo, quien acusó al líder de Vox de «hacer el juego» a la estrategia de Sánchez y del PSOE de «dividir España a través de un muro» –tal y como dijo el líder socialista en su sesión de investidura–. «No tenemos nada que ver con estas palabras. Son lamentables. No creo que merezcan mayor consideración que su condena».
Los populares pretendían centrar el foco en la ley de amnistía y su toma en consideración, la cual tendrá lugar hoy en el Congreso –Feijóo dio a conocer que él será quien defienda la postura del partido en contra de la norma–, pero se vieron obligados a tratar de poner distancia una vez más con los de Abascal.
Borja Sémper, portavoz del PP, otro de los que se pronunciaba en Génova durante la rueda de prensa posterior al Comité Ejecutivo– es el miembro de la dirección popular que más tiranteces suele mantener con Vox– tildaba a la derecha radical de «colaborador necesario» del Gobierno. «Nosotros rechazamos esa España dividida, esa España enfrentada», decía para añadir que el PP hará «una oposición muy contundente» pero que, al mismo tiempo, ofrecerá una «alternativa. Eso sí, Sémper –y al igual que las fuentes populares este domingo– añadía que el clima de tensión actual de la política española se debe, en gran parte, a la hoja de ruta del actual recién reelegido inquilino de la Moncloa.
Vox, por su parte, contestaba con un mensaje en redes socialies afirmando que con quién «jamás» llegaría a acuerdos es con un partido «aplaudido» por ETA y Hamás –en alusión al PSOE–. Ignacio Garriga, el secretario general de la formación, aseguraba más tarde que el líder de Vox no va a retractarse de sus palabras y cargaba contra los populares, a quienes reprochaba «arrugarse» frente a las «amenazas del PSOE. A su juicio, lo que hizo Abascal fue «recordar la suerte de muchos dictadores» al hablar de «colgar a Sánchez».
Mientras que el propio Sánchez aprovechaba la presentación de su nuevo libro –el segundo desde que llegó al poder en 2018– para ahondar en la brecha entre Génova y Bambú 12. A su juicio, las palabras de Abascal son de «una gravedad extraordinaria» porque no son «un lapsus», sino que pretenden «inocular odio entre los españoles». «Son mensajes inéditos que intentan convertir a nuestro país en un país enfrentado. (...) Este señor iba a ser el vicepresidente del Gobierno y eso tiene que hacer reflexionar al señor Feijóo», apuntaba el líder socialista antes de llamar a Génova a «romper todos los pactos» que mantiene con Vox en ayuntamientos y comunidades.
El resto de los ministros de Sánchez tampoco desaprovecharon la oportunidad para profundizar en la controversia. La portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, aseguraba en la red social 'X' (antes tuiter) que «la violencia es lo contrario de la democracia» y que «un demócrata sólo puede condenar semejante barbaridad».
Y Patxi López, portavoz en la Cámara Baja, se manifestaba en términos similares al asegurar que lo realmente importante radica en saber «qué opinión tiene Feijóo acerca de que su principal socio quiera ver muerto al presidente del Gobierno». Sumar, el aliado de Sánchez en la Moncloa, también realizaba un análisis idéntico al de Ferraz. Su portavoz y ministro de Cultura, Ernest Urtasun, señalaba «la gran responsabilidad del PP» por haber abierto la puerta a Vox en las instituciones. «No es suficiente con rechazar estas declaraciones».
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