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FRANCISCO APAOLAZA
Jueves, 30 de junio 2016, 11:28
Cuando entró Michelle Obama en la nave 17 del Matadero de Madrid se levantaron todas las manos y llenaron la oscuridad del espacio de pantallas brillantes. Seiscientas jóvenes llevaban dos horas esperando y habían tenido que sortear un ejército de seguridad para escuchar a la ... primera dama de los Estados Unidos. Cuando terminó de hablar, le dieron una ovación propia de una estrella del rock. Obama, que está en España presentando su iniciativa 'Let the Girls Learn' para favorecer la educación entre las niñas del mundo, les habló de frente, sin cortapisas. Les dijo que ellas tenían la oportunidad de formarse, pero que había 62 millones de niñas que no la tienen, que en se iban a enfrentar a un mundo en elen el que se trata a hombres y mujeres con diferentes varas de medir, que estaba orgullosa de ellas y de sus historias, y de que podían cambiar el mundo más allá de sentarse y de menear la cabeza por las pobres niñas de África.
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Si este desafío os parece demasiado grande para vosotras, pensad en los desafíos que asumen ellas, dijo, y el público se puso en pie, como si les hubiera prendido una llama. Michelle Obama, que desprende una energía natural e intensa, subió al escenario con su querida amiga Letizia con la que intercambió gestos de cariño y quien respondió al discurso con unas palabras en las que intercaló el castellano y un perfecto inglés. Entre el público, la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, la alcaldesa Manuela Carmena y la banquera Ana Patricia Botín entre una lista de ilustres invitadas.
Obama, que en las distancias cortas es espontánea y amable, llevaba un vestido blanco con falta y escote en V y la Reina, un vestido rojo de Nina Ricci y unos pendientes largos de Tous. Aunque pese al duelo de estilos que se preveía y a la tendencia de que la presencia de doña Letizia cree una pantalla sobre el tema que se trata, el peso de la mañana lo tuvo el discurso de Obama.
En el acto no estuvieron presentes sus hijas Sasha y Malia, ni su madre, que la acompañan en este viaje que les ha llevado a Liberia, a Marruecos y que concluirá mañana con su regreso a los Estados Unidos. Por razones de seguridad, la agenda de la primera dama es secreta, pero después del acto en el Matadero acudió al palacio de la Zarzuela para un almuerzo privado con la Reina, con quien mantiene una relación de cariño mutuo.
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