El exetarra Urrusolo Sistiaga queda en libertad definitiva

Este histórico miembro de la banda ha sido un doble símbolo del terrorismo: como imagen de la barbarie sanguinaria de la banda, en un primer momento, y como icono del arrepentimiento en el seno de los reclusos de la organización, en los últimos siete años. Así, ha pasado de ser uno de los más activos miembros de ETA, con condenas por 16 asesinatos y dos por secuestro durante su etapa al frente del 'comando Madrid' en los años 80, a ser uno de los líderes de la denominada 'vía Nanclares', en la que se comenzó a cuestionar la lucha armada y a mostrar una actitud crítica con el terrorismo que finalizó con una ruptura definitiva entre un grupo de reclusos y la banda y la izquierda abertzale. Su salida de prisión se ha adelantado por los recursos legales planteados en los últimos años por su defensa.

El etarra, nacido en 1957 en San Sebastián, formó parte de diversos comandos que actuaban en Gipuzkoa durante los años 80, hasta que en 1982 ingresó en el 'comando Madrid'. En este grupo llevó a cabo atentados como la voladura del edificio de Telefónica o la fracasada matanza prevista en la plaza de la República Argentina, en la que una bomba contra una convoy de la Guardia Civil se saldó con 18 agentes heridos y un civil fallecido. Asimismo, secuestró al financiero Diego Prado y Colón de Carvajal. En 1987, la banda le destinaría a Francia como responsable del entrenamiento de nuevos comandos. Sin embargo, un año más tarde volvió a la capital de España para llevar a cabo el secuestro del empresario Emiliano Revilla. Su rastro reaparecía en 1992, cuando era el responsable del 'comando itinerante' de la organización terrorista que debía crear una ola de asesinatos en España con motivo de las Olimpiadas de Barcelona. Distintas operaciones policiales paralizaron su actividad.

Críticas a la cúpula

En 1994, sus constantes diferencias con la cúpula de ETA le llevaron a romper con la organización y a retirarse a la localidad francesa de Roumagne, cerca de Burdeos, donde inició una nueva vida. En ese momento, su disidencia no se basaba en cuestiones ideológicas sino con la falta de eficacia de la organización. Fue detenido en 1997, en un control policial de las fuerzas de seguridad galas.

Sus diferencias con la continuidad de la violencia comenzaron en ese momento. En 1997, tras el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, firmó un documento en el que reclamaba el abandono de las armas. En ese momento, en el seno de los presos de ETA ya se larvaba un movimiento de disidencia con respecto a las directrices que la organización terrorista imponía a los reclusos. Este grupo crítico, minoritario entre los internos, se fraguó alrededor de históricos como José Luis Álvarez Santacristina 'Txelis' o Kepa Pikabea. Cuando estos dos etarras fueron expulsados de la organización, en 2008, Urrusolo anunció que también abandonaba la disciplina de la banda en solidaridad con sus compañeros.

'Langile', junto con su compañera Carmen Gisasola, inició una serie de reflexiones públicas con respecto a la izquierda abertzale y la propia banda. Ha acusado a los primeros de haber traicionado todos sus principios y ha exigido a ETA que reconozca el daño causado. El mismo ha participado en reuniones con sus víctimas, por ejemplo, con el empresario Emiliano Revilla. De forma paralela, inició una vía legal para que se reconociera como tiempo de cumplimiento de condena los años de encarcelamiento en Francia, lo que ha acelerado su salida de prisión.