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Melchor Sáiz-Pardo
Miércoles, 24 de febrero 2016, 17:41
Diego Torres, tras horas de conseguir eludir todas las celadas de la Fiscalía Anticorrupción, se ha visto finalmente acorralado por Dolores Ripoll, la representante de la Abogacía del Estado y, por ende, de Hacienda. Ripoll, muy dura, ha logrado poner a Torres contra las cuerdas ... a cuenta de las facturas del entramado Nóos, supuestamente falsas e hinchadas para vaciar las arcas de la fundación en favor de las empresas de Iñaki Urdangarin y el propio Torres.
El imputado no ha podido dar ninguna explicación plausible de por qué sus empresas y la del matrimonio Urdangarin-Borbón hicieron 425 facturas cruzadas con Nóos entre 2004 y 2008 por valor de ocho millones de euros. Vagamente, Torres ha intentado argumentar que todos esos gastos que las empresas privadas de los exsocios cargaron a Nóos estaban justificados porque eran servicios profesionales y consultorias que se hacían al instituto. ¿Soy culpable de crear muchas empresas y tener muchas líneas de negocio?, se ha preguntado el imputado. ¿Qué hemos hecho mal si era ese personal el que había hecho ese servicio para ese cliente?, se ha vuelto a inquirir, ignorando que él mismo era el cliente de sus propias empresas.
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