Alfonso Rus.

Rus, el bocazas

"Os espero en Valencia: champán y mujeres". Así se las gastaba Alfonso Rus, presidente de la Diputación, que ha sido pillado contando billetes de una supuesta mordida. Antes de entrar en política ya conducía un Ferrari rojo

fernando miñana

Martes, 26 de enero 2016, 10:20

Alfonso Rus, de 64 años, comenzó siendo un personaje en su pueblo, en Xàtiva, una localidad de 30.000 habitantes a 60 kilómetros de Valencia, donde era famoso por dos razones: sus campañas a la americana, con discursos por la calle, y el Ferrari rojo ... que en los años 90, antes del boom de la construcción, causaba admiración entre sus vecinos. El cochazo se lo compró con los beneficios de sus negocios: tiendas de electrodomésticos, muebles, cocinas y sanitarios y hasta una boutique con un nombre que suena a chiste: Stefano Russini.

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Su popularidad se disparó cuando intentó alcanzar la presidencia del Valencia CF, y, más tarde, cuando se convirtió en el presidente de la Diputación más bocazas de la historia. Para bochorno de la familia y de un pueblo que hierve de tantos chismorreos, su fama se desparramó por toda España en mayor del año pasado, después de conocerse el contenido de una grabación en la que se escucha a un hombre, supuestamente a él, contando billetes. Hasta 12.000 euros. Rus, que fue suspendido de militancia por el PP, lo negó: "Nunca me han dado ninguna mordida".

La grabación, unas diez horas, es la venganza de uno de sus ahijados políticos, Marcos Benavent, en paradero desconocido y presunto eje de una trama de corrupción organizada desde la Diputación de Alfonso Rus. Benavent era uno de los innumerables amigos que el "jefe" había ido colocando en sus dominios.

El empresario y político es un hombre más bien bajo (mide 1,60) con unas ansias de poder gigantescas. Su primera conquista fue la alcaldía de Xàtiva. Tuvo que sudar tinta para derrocar a los socialistas, que llevaban 16 años en el Ayuntamiento. El día que le dio la vuelta al sillón, hace dos décadas, les brindó un mensaje poco elegante. "Ahora, rodilla en tierra y a callar". Con el tiempo, esas frases descaradas, ofensivas y en muchos casos desafortunadas se hicieron comunes. Sin miramientos. Lo mismo iban dirigidas a los discapacitados ("Subiremos a los minusválidos con cuerdas") que a los músicos de las bandas de los pueblos ("Esos son más rojos que un pavo, los hijos de puta"). O antes de unas elecciones, cuando, ebrio de éxito, gritó: "Os espero el día 20 en Valencia: champán y mujeres".

Almuerzos para cautivar

Esas expresiones tan desafortunadas le fueron creando una legión de enemigos, que iban levantando las alfombras, sin éxito, para endilgarle un cadáver. Tan intocable se sentía que era el primero en juzgar con dureza a los corruptos, incluidos los de su propio partido: "Quien meta la mano, que se la corten". Rus siempre ha tirado de populismo y ha sabido conquistar al electorado con un mensaje sencillo y efectista. Cada sábado por la mañana reunía a los personajes con más poder de los pueblos de Valencia para hacerlos suyos. Le salía bien barato: una mesa de bar llena de bocadillos, platos con cacahuetes y altramuces y jarras de cerveza. Con el carajillo encendía uno de sus carísimos habanos y, chascarrillo va, chascarrillo viene, se hacía con la mesa.

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Alfonso Rus es un tipo simpático y con sentido del humor. Es, además, una persona accesible, de las que no le importa pararse por la calle para hablar con los que le dicen algo. Y cuando se sube al estrado sabe, quizá porque les escucha, lo que la gente quiere oír. Aunque en su primer asalto a la presidencia del Valencia CF topó con un hombre más populista y con más carisma que él, Paco Roig, que le dio un revolcón en las urnas. En su segundo intento, cuando el club salió a la venta, se alió con la oferta rusa (Zolotaya Zvezda), que, con el tiempo, acabó dándole esquinazo.

Alfonso Rus, casado, con una hija y dos nietos, lleva como alcalde de Xàtiva desde 1995 y como presidente de la Diputación de Valencia desde 2007. También era hasta ahora el máximo responsable provincial del PP y presidente del Olímpic, el equipo de fútbol de su pueblo, en Segunda B. En sus ratos libres es de gustos básicos: fútbol, toros y música.

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De joven tocó la batería en un grupo con varios amigos y todavía hoy coge las baquetas en cuanto ve la oportunidad de lucir sus ágiles muñecas. En Xàtiva ha querido dejar su sello con la rehabilitación del castillo, construyendo un auditorio y calándole a la plaza de toros una boina carísima e innecesaria.

El pequeño Rus siempre ha pensado en grande y en cierta ocasión se empeñó en llevar a Valencia al que entonces era el mejor jugador de baloncesto del mundo, Kobe Bryant, que pedía cerca de medio millón de euros, desplazamientos en helicóptero, una planta entera en un hotel de cinco estrellas y toda clase de exquisiteces. El presidente de la Diputación, a cambio, pretendía que la estrella de los Lakers dirigiera un campus en la Ciudad de las Artes y las Ciencias y pasearlo por toda la comunidad como una atracción de feria. No se pusieron de acuerdo.

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Rus también ha presumido siempre de no estar en política para enriquecerse. "Yo ya era rico", repite hasta la saciedad. Y, encima, en 2011, le tocó el segundo premio de la lotería de Navidad que repartió el alcalde de Manises. Esa mañana se hizo una foto con una ristra de décimos (le tocaron 600.000 euros) y una copa de cava. Rus en estado puro. Ahora le toca a la justicia dirimir si también engordó sus cuentas de manera ilegal.

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