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Mateo Balín
Lunes, 18 de enero 2016, 07:51
Cinco hombres y cuatro mujeres, con edades comprendidas entre los 34 y los 65 años, decidirán el destino de Montserrat González, su hija Triana Martínez y su íntima amiga Raquel Gago, acusadas todas ellas de asesinar a la que fuera presidenta de la Diputación de ... León, Isabel Carrasco.
El juicio ha comenzado hoy con la constitución del jurado popular y se celebra en la Audiencia Provincial de León. Tanto la acusación pública como las privadas piden 23 años de prisión a cada una de las tres procesadas. Se acusa a las tres de los delitos de asesinato con alevosía y tenencia ilícita de armas.
Madre e hija están en prisión provisional desde el crimen y la policía local, en libertad bajo fianza de 10.000 euros desde hace un año. Además, en caso de condena deberán de hacer frente a una indemnización conjunta de 150.000 euros a la hija y al novio de Carrasco.
En su escrito, la Fiscalía relata que Monserrat, de 56 años, esposa de un inspector de Policía y militante del PP, fue quien tiroteó a Carrasco en un puente de la capital cuando se dirigía, sola, a la sede provincial del partido para luego desplazarse a un mitin a Valladolid. Triana, de 35 años, quien tuvo diferencias laborales con la fallecida cuando trabajaba en la diputación, esperaba en otro punto a su madre, que le entregó el arma y se dirigieron al Mercedes SLK 200 de ésta para dejar varias pruebas. La pistola iba en un bolso, que Triana le dio a su amiga Raquel minutos después en otro sitio tras llamarla con el móvil prepago que compartían.
La policía local dejó el bolso con la prueba del crimen en su coche. Madre e hija ya habían sido detenidas. Y Raquel dio cuenta a la Policía 30 horas después, tras advertir que había encontrado casualmente el bolso en su vehículo. Para la Fiscalía, la agente de 41 años está en el centro de la trama. No solo por ocultar pruebas y colaborar con ambas, sino por participar en los seguimientos previos a Isabel Carrasco con el objetivo de matarla, según un informe pericial del sumario.
Las procesadas declararán el martes y el miércoles, y por la sala de vistas pasarán 99 testigos. A última hora fue descartado el testimonio de Loreto Rodríguez Carrasco, única hija de la víctima. El juicio por el asesinato que conmocionó a la sociedad leonesa y al Partido Popular durará un mes, hasta el 17 de febrero. Y se espera con el mismo interés, y también morbo, que la primera nieve que ya ha caído sobre León.
Poder omnímodo
En la primera planta del Palacio de los Guzmanes, un edificio renacentista del siglo XVI que acoge la sede de la Diputación de León, están colgados en hilera los cuadros de los presidentes que ha tenido esta institución. Una tradición no escrita disponía que, al final del ejercicio, cada mandatario encargaba a un pintor la realización de un retrato para vestir la historia del palacete.
La popular Isabel Carrasco Lorenzo rompió esta tradición de buenas a primera y, lo que causó más impresión, para impedir que su antecesor en el cargo, Javier García Prieto, compañero de partido, colgara su lienzo en las ilustres paredes de los Guzmanes. Pública era la disputa de ambos. No se escondían. Y Carrasco llegó a tal punto que, siendo todavía presidenta de la Diputación, mandó dibujar a toda prisa su retrato y ordenó colocarlo junto a los ya existentes, dejando sin espacio para el de García Prieto.
La última entrevista publicada antes de recibir tres disparos a quemarropa el 12 de mayo de 2014 se la hicieron en 'Diario de León', decano de la prensa provincial. «¿Se arrepiente de haber rivalizado con compañeros de partido?», le preguntaron. «Yo sólo rivalizo en las urnas. Las campañas de descrédito obedecen a interés de aquellos que sí rivalizan conmigo y no consiguen ganarme en el campo de batalla democrático», respondió, tajante.
Era mayor de cuatro hermanos de una familia «humilde» de un pueblo de 300 habitantes al norte de León . «No desciendo de la pata del Cid. Mis padres me enseñaron a ser honrada y a trabajar duro para conseguir las cosas. Todo lo que tengo es fruto de trabajo y más trabajo», señaló en aquella entrevista. Carrasco llegó a la presidencia de la Diputación en julio de 2007. Era la primera mujer en presidir la administración y también la primera en dirigir tres años antes los designios del PP leonés. Su poder, por lo tanto, era omnímodo. Controlaba el flujo de las subvenciones locales a los 211 ayuntamientos leoneses y, de puertas hacia adentro, no había nada que se cociera en su partido que no pasara por ella.
O conmigo o contra mí. Así ejercía Carrasco, de 59 años, cuyo nombre se hizo popular más allá de la región cuando se difundió que llegó a tener 12 cargos y cobrar el doble que el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, leonés como ella. Conocida era su vehemencia y sus salidas de tono. Sacaba el látigo con facilidad contra sus contrincantes hasta rozar la humillación, como el gesto del cuadro con García Prieto. Esta forma de ser le generaba mucha «animadversión». La palabra maldita que motivó su asesinato, según el escrito de calificación de la Fiscalía.
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