La infanta Cristina.

Nóos, la pesadilla de la Casa Real

Los correos de Diego Torres provocaron uno de los mayores desgastes de la Monarquía en 40 años

Melchor Sáiz-Pardo

Viernes, 8 de enero 2016, 11:08

Poco podía imaginar la Casa Real lo que se le venía encima cuando en noviembre de 2011 la Policía Nacional registró la sede del Instituto Nóos en Barcelona. Con aquel allanamiento comenzaba una larga pesadilla para la Monarquía. Por aquel entonces, la Zarzuela ni siquiera ... pensaba que Iñaki Urdangarin pudiera terminar encausado, pues confiaba en que todo acabaría en su socio, Diego Torres. Y, desde luego, ni en el peor de los sueños estaba la posibilidad de que la hija del entonces Rey fuera a acabar en el banquillo como ocurrirá el próximo lunes.

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La Jefatura del Estado podía prever aún menos el desgaste que para la institución iban a suponer los cuatro años de instrucción del sumario, particularmente por la decisión de Torres de airear correos electrónicos muy sensibles contra la Corona como extraña táctica de defensa en la creencia de que los tribunales iban a cejar en su empeño de perseguir a la trama corrupta si demostraba que la Casa Real estaba al tanto de todo lo que sucedía. Sin embargo, al final aquellos mails rescatados de los servidores del Instituto Nóos fueron mucho más allá de asuntos relacionados con el caso judicial.

Torres y su heterodoxo abogado Manuel González Peeters lanzaron siete andanadas de mails con cargas de profundidad contra la Zarzuela a partir de abril de 2012 como reacción a la declaración judicial de Urdangarin, dos meses antes, culpando a su socio de todo y echando continuos balones fuera. Desde su primera andanada, Torres quiso dejar claro que apuntaba a lo más alto, al entonces jefe del Estado, Juan Carlos I.

La coyuntura temporal le ayudaba. En plena polémica por la cacería de Botsuana, esos correos apuntaban a que el hoy monarca emérito hizo supuestas gestiones para que la Fundación Deporte Cultura e Integración Social (FDCIS), que dirigían Urdangarin y Torres, sacase adelante el 'proyecto Ayre', una iniciativa que pretendía que España tuviese un segundo barco en la Copa América de 2009 en Valencia, lo que requería una inversión de unos cien millones de euros. En esos documentos también se citaba a Cristina de Borbón como intermediaria.

Salvados 'in extremis'

  • La estrategia de Torres dañó más a la Casa Real que a los propios actores involucrados en el caso. El que mejor parado salió fue el exasesor de la Zarzuela -como el mismo se hacía llamar- Carlos García-Revenga. El exsecretario de las infantas solo declarará en el juicio como testigo, después de haber estado durante meses imputado en el proceso por ser el tesorero del Instituto Nóos y, sobre todo, por haber sido el tutor de todos los movimientos de Urdangarin en aquellos días, como revelaban los correos de Diego Torres. El conde de Fontao también pasará por el juzgado, asimismo como testigo, para explicar las maniobras para crear una nueva fundación para el marido de la infanta tras destaparse los primeros pufos de Nóos. Igualmente serán testigos Alberto Aza y Fernando Almansa, jefes de la Casa del Rey en la época de los hechos, y citados en algunos de los correos electrónicos.

La Casa Real guardó un absoluto mutismo ante el primer estoque que no esperaba después de haber apartado a Urdangarin de la Familia Real en diciembre de 2011. La Zarzuela, tras esa primera andanada, fue convenientemente informada de que Torres tenía mucho más y que lo iba a ir dosificando. Y llegó enero de 2013. Poco antes de que Urdangarin declarara por segunda vez, Torres abofeteó a modo de advertencia a su exsocio en el rostro de la Casa Real con un nombre, Corinna Sayn-Wittgenstein, la amiga íntima de Juan Carlos I. Los mails revelaban que la princesa centroeuropea había sido invitada de honor, con todos los gastos pagados, al Valencia Summit de 2004, el primero de los tres pelotazos de Nóos por el que cobró más de un millón de euros.

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Amagos

Torres amagaba con el delicadísimo tema, hasta entonces tabú, de Corinna, pero no golpeaba del todo. Al mismo tiempo que al juzgado llegaban nuevos mails más o menos relacionados con el caso, hasta las redacciones de los medios de comunicación también llegaban otros correos íntimos de Urdangarin, sin ningún tipo de vínculo con el sumario, y que no llegaron al papel impreso. Un aviso más para la Zarzuela.

El exsocio siguió calentando el tema con la difusión de mensajes que ocasionaron la imputación momentánea del exsecretario de las infantas, Carlos García-Revenga, al que Urdangarin consultaba todos y cada uno de sus movimientos. Esos correos también descubrieron que el asesor personal de don Juan Carlos, José Manuel Romero, conde de Fontao, había participado directamente en crear una nueva fundación para Urdangarin después de que en 2006 ya fueran de dominio público los dudosos negocios de Nóos con las administraciones públicas.

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Pero Torres y González-Peeters sabían que ni García-Revenga ni Romero inquietaban a la Zarzuela tanto como el nombre de la noble centroeuropea después del entonces todavía reciente escándalo de la rotura de cadera del Rey en la cacería en Botsuana.

Así que en febrero de 2013 volvieron a la carga con una docena de mails que hablan de supuestas gestiones que don Juan Carlos habría hecho con Sayn-Wittgenstein en favor de los intereses particulares de su yerno para que éste se convirtiera en 2004 en presidente en España de la fundación deportiva Laureus (a la que ya pertenecía la noble alemana) con un sueldo de 250.000 euros al mes. "Por indicación de Su Majestad, Juan Carlos I, Rey de España", "pongo en copia a tu suegro", "te aviso que Su Majestad Juan Carlos I, Rey de España, también recibe una copia (de esa carta de lobby)", "su Majestad me comenta", "vender la participación de la Familia (Real)", eran algunos de los pasajes de aquellas incómodas comunicaciones entre Urdangarin, la princesa Corinna y el entorno de ambos.

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El exsocio del instituto se quedó sin munición pesada contra la Casa Real y contra el anterior jefe del Estado en abril de 2013. Juan Carlos I abdicó el 2 de junio de 2014, trece meses después de los últimos golpes de Torres a la más alta institución del país y solo tres semanas antes de que el juez José Castro concluyera el sumario que ha llevado a su hija menor al banquillo.

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