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José Antonio Guerrero
Lunes, 21 de diciembre 2015, 10:16
El Partido Popular conserva con holgura su mayoría absoluta en el Senado a pesar de un retroceso que le ha hecho perder 15 escaños con relación a los comicios de 2011. De los 208 senadores que se elegían ayer por elección popular, el PP logró ... 121, con el 86% de las papeletas color salmón escrutadas. Si a ese número se añaden los 21 senadores del PP designados por las Comunidades Autónómas, la formación que preside Mariano Rajoy suma 142 asientos, nueve más de los que necesita para tener la mayoría absoluta de la Cámara Alta, un total de 266 escaños. La cómoda mayoría absoluta del PP en el Senado permitirá al cabeza de lista por Madrid, Pío García Escudero, continuar como presidente de la Cámara Alta un segundo mandato.
Los socialistas, ya lejos de los populares, se mantienen como segunda fuerza política del Senado con 50 escaños, un resultado algo mejor que el obtenido en 2011 (48). A continuación se sitúa Podemos y sus marcas en las distintas comunidades autónomas, que irrumpen con 17 senadores: los 9 de Podemos más los de En Comu Podem (4), Compromis-Podemos Es el Moment (1), En Marea (2) y Cambio Aldaketa (1), la pluriformación navarra de 4 partidos, Bildu entre ellos.
Democracia I Llibertat, PNV y ERC obtienen 6 escaños cada uno en un triple empate. Con un escaño cada uno también figuran Bildu y Coalición Canaria.
Ciudadanos, la cuarta fuerza política del país, se ha quedado sin representación en el Senado, institución que el partido de Albert Rivera abogaba por eliminar.
Los resultados del Senado, institución que no pasa precisamente por sus mejores momentos, deja algunos datos para reflexiones poselectorales: por ejemplo, que de los 4 senadores en liza en Madrid el PSOE no ha obtenido ninguno (tres han sido para el PP y uno para Podemos) y que los 9 senadores perdidos por el PP en Andalucía han ido a la buchaca del PSOE.
En uno de los asientos del Senado se sentará, además, el juez independentista Santiago Vidal, cabeza de lista de ERC e impulsor de la Constitución catalana, lo que ha motivado su suspensión durante tres años, que pedirá "una votación especial para disolver el Senado porque no sirve para nada".
¿Será la definitiva?
Y lo cierto es que esa sensación de Vidal, sin ser ni mucho menos mayoritaria, sí ha empezado a calar en cierta medida en la ciudadanía y por extensión en los partidos políticos. De hecho, el Senado que salió ayer del horno electoral no tiene pinta de que vaya a parecerse mucho al Senado que conocemos actualmente, ya que los principales grupos políticos proponen reformas, algunas de calado, como la idea del PSOE de trasladar su sede desde Madrid a Barcelona.
Y es que el Senado se viene 'reformando' desde hace lustros, pero solo de palabra. Todo parece indicar que en esta legislatura habrá reforma del Senado y no solo la que afecta a la eliminación física de barreras arquitectónicas (para posibilitar, por ejemplo, el acceso de Virginia Felipe, primera senadora en silla de ruedas). Hasta el PP ha propuesto una reforma más profunda, encaminada a que ahí se discutan más los asuntos relacionados con las comunidades autónomas para que así cumpla con su papel de cámara de representación territorial que le otorga la Constitución.
No en vano como cámara de representación territorial, es una institución más que cuestionada, a lo que se añaden las dudas de su utilidad para la vida de los ciudadanos. No es nueva esa percepción del Senado como una especie de cementerio de elefantes al que con demasiada frecuencia recurren las fuerzas políticas para regalar una jubilación dorada a sus viejas glorias en el final de su trayectoria política. Y esta sensación ha ido calando hasta el extremo de que partidos como Ciudadanos han reclamando su supresión y sustituirlo por una especie de conferencia de presidentes autonómicos, y ahorrar así los casi 52 millones de euros que cuesta la institución a los contribuyentes.
Nada ha cambiado sustancialmente en el Senado desde las primeras elecciones constituyentes allá por 1977. Son muchas las voces que han prometido que a partir de ahora sí van a cambiar las cosas. De momento, el Senado va a necesitar mucha pedagogía para trasladar a los españoles que su funcionamiento es útil para sus vidas.
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