Rosario Porto (i) y Alfonso Basterra, (detrás-i), los dos principales acusados de la muerte de su hija Asunta Basterra.

Los peritos tratan de aclarar desde hoy las incógnitas sin resolver de la muerte de Asunta

El director de la prisión donde está Rosario Porto afirma que "está hundida y en un llanto continuo" en la última jornada de la prueba testifical del juicio

COLPISA

Miércoles, 14 de octubre 2015, 00:49

El juicio por la muerte de Asunta Fong Yang, la niña de 12 años asesinada en Santiago de Compostela el 22 de septiembre de 2013, entra una fase crucial con el comienzo este miércoles de la prueba pericial. Tras diez jornadas en las que han ... declarado más de 80 testigos, los peritos tratarán de dar luz a las principales incógnitas sin resolver después de que los dos acusados, Rosario Porto y Alfonso Basterra, padres de Asunta, negaran los hechos en su declaración.

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Uno de los cabos sueltos será saber quién suministraba a la niña el orfidal -medicamento sedante que tenía prescrito la madre, pero que compraba su exmarido- y que fue encontrado en el cabello y estómago de la menor tras realizarle la autopsia. El indicio del pelo, además, indicaría que la fallecida llevaba semanas tomando este ansiolítico, como sospechan las acusaciones.

Los 60 peritos han sido citados por las partes, por lo que podrán rebatir sus respectivos informes favorables o no para los intereses de las acusaciones y defensas. Para mañana, por ejemplo, declararán nueve especialistas. Provienen del Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad de Santiago, el forense del Instituto de Medicina Legal de la ciudad, dos médicos más del Instituto Nacional de Toxicología y dos perritos de las universidades de Murcia y Cádiz, respectivamente. Para el jueves están programadas las periciales realizadas por 12 agentes de la Guardia Civil, el cuerpo responsable de la investigación de los hechos.

Para el abogado de Rosario Porto, el penalista José Luis Gutiérrez Aranguren, se da paso de este modo a una parte «fundamental» del juicio, ya que las pruebas periciales arrojarán «más luz» de lo que se ha podido conocer con las testificales. «Hasta el momento el juicio se está centrando en aspectos absolutamente colaterales y en opiniones personalísimas sobre cómo es Rosario o cómo lleva su duelo, asuntos que nada tienen que ver con el asesinato, que es lo que aquí nos convoca estos días», afirmó este martes el abogado, muy convencido de que el jurado popular acabará por declarar no culpabilidad a su cliente.

Depresión y planes de futuro

La conclusión de la prueba testifical tenía señalado en rojo la presencia del director del penal de Teixeiro (La Coruña), en el que están internos los padres de Asunta. En su declaración, relató que en estos dos años de prisión preventiva Rosario Porto se ha mostrado «hundida, en un llanto continuo» y reconoció que mantuvo «audiencias» con la acusada, acompañado en ocasiones por la subdirectora de seguridad y por la psicóloga para valorar su estado.

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Según contó al jurado popular, ella siempre quiere hablar de su hija, de lo que compartía con ella y de los proyectos que tenían conjuntamente. Una versión que va en línea con el argumento defendido por la propia Porto en su declaración.

Preguntado por su opinión sobre si la actitud de Rosario es la de alguien a quien pertenece la autoría de este crimen, el director de Teixeiro insistió en que sería una «temeridad» por su parte manifestarse a ese respecto, «a cualquier persona de bien no le entra en la cabeza que unos padres puedan matar a su hija», aseguró.

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También subrayó que ambos acusados fueron incluidos en el protocolo de prevención de suicidios, para continuar con acompañamiento en la celda, procedimiento que en el caso de Porto duró «varios meses» y en el de Basterra todavía continúa por «indicaciones del equipo técnico» de la prisión de Teixeiro.

En la jornada de este martes también prestaron declaración el propietario de la ferretería compostelana que se ocupaba de la cerrajería de las propiedades de Porto. Dijo que tras una llamada de Rosario, le mandó al cerrajero a su casa y cuando éste le preguntó el motivo del cambio, ya que todo estaba en perfecto estado, le dijo que era porque «había mucha gente que tenía llaves de la casa».

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Del mismo modo, dos hermanos de Basterra aseguraron que el ordenador portátil del procesado, el que en la instrucción no localizaban, estaba en su vivienda.

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