
JOSÉ MARI REVIRIEGO
Jueves, 8 de octubre 2015, 01:00
«¿Y ahora, qué?» Es una de las preguntas obligadas que retumban desde ayer en el Partido Popular vasco después de la última desautorización sufrida por su presidenta. «Pues a seguir caminando», contestan en el entorno de Arantza Quiroga, forzada por sus propios compañeros de filas a retirar su controvertida ponencia de paz.
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Quiroga vive uno de sus peores momentos como líder del partido en el País Vasco, situada en una posición de extrema debilidad a menos de tres meses de las elecciones generales. La última tormenta se ha desatado por la gestión de la propuesta con la que trataba de desbloquear el debate parlamentario sobre pacificación. Ni 24 horas ha durado la moción en la que sustituía la condena a ETA por «el rechazo a ETA» en un intento por sumar a EH Bildu y articular un «pronunciamiento compartido» sobre convivencia, cuando se van a cumplir cuatro años del cese del terrorismo.
La dirección nacional del PP corrigió ayer el giro en el mensaje y la forzó a retirar una iniciativa que ya había sido aplaudida por el PNV y la izquierda abertzale. Las presiones procedieron del Gobierno y de la ejecutiva, donde dos pesos pesados del influyente sector alavés tienen mando en plaza: Alfonso Alonso como ministro de Sanidad y Javier Maroto como vicesecretario Sectorial. Precisamente, sus dos contrapoderes en el País Vasco.
Pero no sólo de ellos. En esta ocasión, la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, también se ha visto obligada a intervenir en un asunto que venía cargado de inoportunidad electoral. En un momento en el que los populares ven en Ciudadanos a un serio competidor por el voto en el conjunto de España, Cospedal habló por teléfono con Quiroga para que reconsiderara su ponencia de libertad y convivencia, censurada con dureza por la AVT. Para que, en declaraciones públicas de Alonso, recuperase el lenguaje «contundente» de exigencia frente a la izquierda abertzale y de condena a ETA al que la formación conservadora no debe «renunciar».
El resultado es que ha vuelto la tensión al PP vasco. Vuelve el clima de intriga en el que periódicamente se sume un partido que no acaba de remendar sus desgarros internos. Otra vez, la crisis. Y lo que es peor para los intereses del partido en Euskadi. Quiroga, como presidenta y cartel de los populares ante los ciudadanos, afronta el reto de iniciar la remontada electoral con la pesada losa del descrédito.
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La rectificación de ayer es sintomática de la división que vive el PP vasco y de la falta de empaste de sus piezas principales. Quiroga, Alonso y Maroto se comunicaron a distancia, a 400 kilómetros de distancia. Por teléfono, entre Vitoria y Madrid, pese a la gravedad de la cuestión. Y a que, en teoría, habían dispuesto de tiempo más que suficiente para haber acordado sin urgencias una posición política sobre un tema tan delicado como es la consolidación de la paz y la convivencia.
Arantza Quiroga presentó el martes en el Parlamento vasco una moción para desbloquear la ponencia de paz, celebrada por la izquierda abertzale. El texto, ya fallido, subrayaba la necesidad de «deslegitimar el terrorismo» y el «rechazo a la violencia», pero evitaba citar a ETA y la terminología clásica de condena con la que los conservadores se han movido hasta ahora en este debate. Por una cuestión de plazos, los populares de Quiroga registraron la iniciativa en la Cámara, cuatro días después de que interpelaran al lehendakari en el pleno.
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Pero lo hicieron sin la necesaria cocina previa. Ni dentro del partido, ni fuera. Ni con todo el grupo parlamentario, ni con Génova, sede madrileña de la dirección nacional.
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