Tres semanas después del 24M, en que el PP perdió prácticamente todas las mayorías absolutas de que disfrutaba desde las autonómicas y municipales de 2011, Mariano Rajoy ha salido a la palestra a marcar su hoja de ruta como hora dicen los iniciados al hablar ... de estrategia- con vistas a las elecciones generales de finales de año.
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El análisis de situación del líder del principal partido del país es sustancialmente correcto, aunque con algunas lógicas pinceladas de voluntarismo: el bipartidismo se ha debilitado pero está lejos de haberse desvanecido, y las causas de que el PP haya perdido tantos votos hacia otros partidos de centro y hacia la abstención- han sido básicamente dos: el hecho de haber solicitado muchos esfuerzos a los ciudadanos, sin que se perciban todavía los retornos que justificarían tanto sacrificio, y la corrupción. En cualquier caso, la intervención del líder popular no ha sido para hacer autocrítica de eso ya se ocupan los otros- sino para poner en tensión a los suyos e infundirles nuevas dosis de esperanza en el futuro. Y la lista de argumentos para la euforia ha sido larga (aunque quizá no lo suficientemente rigurosa): el PP es la primera fuerza en votos y todas las encuestas la mantienen en este lugar; el PSOE ha obtenido el peor resultado de su historia; las elecciones municipales no son extrapolables a las generales; la economía mantiene una evolución positiva, etc.
En resumidas cuentas, la ruta de Rajoy hasta las generales pasa por dos hitos significativos la confección de los Presupuestos para 2016, de un lado, y la consulta del 27S, de otro- y ha merecido dos decisiones relevantes: la convocatoria de una Conferencia Política y unos discretos cambios de segundo nivel en la cúpula de la organización.
La decisión de preparar los Presupuestos 2016, sobre la que había dudas hasta hace poco, es certera porque expresa la seguridad del partido en sí mismo aunque quizá no pueda gestionarlos luego- y dará consistencia a la oferta programática del PP, que podrá consignar con cierto rigor las ofertas más apetitosas (bajadas de impuestos, etc.). Por otro lado, el 27S dará a Rajoy la oportunidad de mostrar su firmeza en la defensa de la legalidad constitucional si el irresponsable Mas decide continuar su alocada aventura de convocar unas elecciones que serán autonómicas y nada más. El 3 de agosto ha recordado Rajoy- concluye el plazo para convocar esas exóticas elecciones plebiscitarias y sabremos entonces a qué atenernos.
La Conferencia Política, que para ser eficaz requiere una gestión generosa y abierta, es probablemente la medida más acertada que podía tomar un partido que celebra sus congresos cada cuatro años algo inaceptable en un sistema moderno de representación-, que está fuertemente oligarquizado y en el que no han podido circular las elites por falta de oportunidad. La Conferencia sería la gran ocasión para fijar una auténtica apertura del partido, para el establecimiento de primarias, para implantar la limitación de mandatos, etc. Y para entrar en mayor sintonía con su socio potencial, que seguirá siendo Ciudadanos.
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Los cambios personales adoptados en la cúpula del partido, en cambio, quizá faciliten el desenvolvimiento de la organización pero tendrán escaso eco mediático y prácticamente nula repercusión política. Floriano y González Pons, abrasados, desaparecen de escena pero se mantiene Javier Arenas, referente de ciertos anclajes que no ceden. Dolores de Cospedal conserva la secretaría general sin añadidos ni recortes y llegan Fernando Martínez Maíllo, Javier Maroto, Andrea Levy y Pablo Casado que se ocuparán de organización, sectorial, estudios y programas y comunicación respectivamente. El zamorano Martínez Maíllo, nuevo número 3, el vitoriano Javier Maroto y la catalana Andrea Levy son jóvenes valores desconocidos en Madrid. Además, el fidelísimo Jorge Moragas, alter ego de Rajoy, dirigirá la campaña.
Rajoy ha asegurado que él mismo asumirá un gran protagonismo personal al frente del partido, e incluso que presidirá todas las semanas el comité de dirección al igual que hace con el Consejo de Ministros. A este respecto, habrá que preguntarse si todavía piensa remodelar el Gobierno, como había sugerido, o si pretende llegar al final de la andadura con el equipo actual. Las incógnitas irresueltas parecen divertir al presidente del Gobierno pero los países se construyen sobre certezas sucesivas.
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