Doña Cristina.

Las pruebas que han llevado a la infanta a perder su título nobiliario

El sumario apunta a que Cristina de Borbón fue copartícipe en el uso de la empresa familiar para defraudar y desviar dinero público

Melchor Sáiz-Pardo

Jueves, 11 de junio 2015, 23:30

Aizoon. Seis letras que han costado a Cristina de Borbón el banquillo de los imputados y el título de duquesa de Palma. Aizoon es el nombre de la empresa que, todavía hoy, comparte al 50% por ciento con Iñaki Urdangarin y que, según todos ... los indicios que constan en los miles de folios del caso Nóos, fue usada por el matrimonio como sociedad fantasma para presuntamente para defraudar y desviar dinero público.

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La decisión de usar Aizoon como 'ariete' procesal contra la infanta fue tomada en otoño de 2013, pero la constante aparición de nuevos indicios confirmó lo acertado de esta estrategia por parte del juez José Castro.

Una táctica que pasó, con éxito, por probar que la esposa de Iñaki Urdangarin, lejos de lo que sostenía su defensa, sí que estaba al tanto de las actividades de esta sociedad, amén de beneficiarse económicamente de las irregularidades que supuestamente cometió la compañía, entre ellas, embolsarse cerca de un millón de euros procedentes del Instituto Nóos por trabajos ficticios; facturar como trabajos las asesorías o imputar para desgravarse gastos personales del matrimonio.

Los informes de Hacienda incorporados en 2014 al sumario revelaron una nueva avalancha de irregularidades en las facturas que la empresa de los duques de Palma usó para desgravarse. Y entre esas facturas había una especialmente comprometedora para la infanta. Se trata de un documento que constata que Aizoon pagó los cursos profesionales de «asesoramiento» y «coaching» que la hija del Rey recibió durante tres años, desde 2005 a 2007, de manos de Margarita Martí, una de las profesoras de Esade en Barcelona. En total, casi 8.000 euros.

Esas nuevas facturas, además, confirmaron que no solo Urdangarin, sino el matrimonio usaba la firma fantasma para cargar todo tipo de gastos personales para desgravar, entre ellos viajes de lujo con habitaciones de hotel de 1.720 euros la noche en Roma, costosas comidas, safaris o libros infantiles para sus hijos.

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Estos nuevos indicios se sumaron a otras numerosas pruebas que contradijeron la versión de que la ya exduquesa dio ante el propio Castro en febrero de 2014, insistiendo una y otra vez en que nada tenía que ver con Aizoon, al margen de ser copropietaria de la sociedad al 50%.

Evasivas y lagunas

Entonces todo fueron evasivas y lagunas de memoria, pero la investigación era tozuda. Los documentos habían confirmado que la infanta tenía acceso a la cuenta de Aizoon, a la que se desviaron en 2007 al menos 150.000 procedentes de la inmobiliaria familiar. Además, según Hacienda, la hija del Rey también fue titular en 2003 de una cuenta a nombre de la sociedad bajo sospecha.

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En el sumario también consta la confirmación por parte del BBVA de que Cristina de Borbón utilizó de manera regular durante siete años, de 2004 a 2011, la Visa Oro Bussines de Aizoon. La infanta usó esa tarjeta para, entre otras cosas, pagar ropa para sus hijos, material escolar, floristerías, autopistas y comidas en restaurantes catalanes. Y que el matrimonio cargó de forma irregular para deducirse el IVA al menos 691.506 euros invertidos en la reforma de la mansión del barrio de Pedralbes en Barcelona.

Castro tiene intención también de incidir en la responsabilidad de la hija del Rey en las cuentas falseadas de la sociedad. De hecho, según los documentos remitidos por el Registro Mercantil de Barcelona al juez del 'caso Nóos', Cristina de Borbón participó en todas las reuniones de la Junta General Ordinaria de Aizoon, desde su nacimiento hasta la actualidad. Según esos papeles, que están certificados con la firma de Urdangarin como «administrador» o «liquidador» de la sociedad, la hija del Rey aprobó con su voto en nueve ocasiones, de 2004 a 2012, tanto las cuentas anuales de la empresa como el «informe de gestión» de Aizoon. Ocho de las reuniones tuvieron lugar en Barcelona y la última, en junio de 2012, en Washington, donde por entonces vivía el matrimonio. En todos estos encuentros, Cristina de Borbón ofició como presidenta de la junta y su marido como secretario de la misma.

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