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Nuria Vega
Martes, 30 de diciembre 2014, 14:05
El rey Juan Carlos ha querido asumir en primera persona todo lo referente a su hija Cristina de Borbón desde que saltara el escándalo del caso Nóos, que sentará a la infanta en el banquillo de los acusados. Eso déjamelo a mí, que soy su ... padre, le dijo a Felipe VI cuando estas Navidades se comenzó a organizar la tradicional cena del día 24 de diciembre, noche que, finalmente, los duques de Palma pasaron en Vitoria. Suya fue la decisión de apartarla de los actos oficiales y de algunas reuniones familiares y, es más, ha pedido a doña Cristina que renuncie a sus derechos dinásticos obteniendo, de momento, la negativa como respuesta. Así lo ha revelado el periodista Fernando Ónega en la presentación del libro Juan Carlos I. El hombre que pudo reinar. Tras varias conversaciones con el Monarca, Ónega confirma que, hace tres años, el Rey envió dos emisarios a Denver para reclamar a la infanta que cejara en su empeño. De momento, sin embargo, Cristina de Borbón simplemente toma nota.
Fueron Fernando Almansa, exjefe de la Casa del Rey, y un alto directivo de Telefónica, superior de Iñaki Urdangarín, los responsables de trasladar a los duques de Palma el encargo. A Fernando Ónega no le consta que don Juan Carlos presionara personalmente a su hija, aunque entiende que se han producido conversaciones al respecto y que no sólo ha pedido una vez la renuncia.
La infanta ha estado especialmente presente en el primer discurso de Nochebuena de Felipe VI. En ningún momento llegó a pronunciar el Rey el nombre de su hermana, pero estableció como deber cortar la corrupción y regenerar la vida colectiva. Precisamente en este apartado sobre corrupción, y en el relativo a Cataluña, se produjo algún desacuerdo bien llevado entre la Casa Real y Moncloa antes de la grabación del mensaje. Lo relataba Ónega en la rueda de prensa: Me consta que salió adelante la tesis de Zarzuela.
Las relaciones entre la Corona y el presidente Mariano Rajoy no siempre han sido todo lo fluidas que cabía esperar. Hubo algún momento en el que al Rey le faltó información del Gobierno. Por ejemplo, para el cambio de algunos embajadores importantes, que era costumbre que el Monarca diera el visto bueno previo y esa información no la tuvo por parte del Gobierno de Rajoy, ha señalado el periodista.
Tras la abdicación, don Juan Carlos se encuentra ahora relajadísimo y aliviado. Se ha quitado -explica Ónega- el peso de la Corona. Está, además, satisfecho con cómo se ha llevado a cabo el relevo en la Jefatura del Estado y empieza a recuperarse físicamente. Después de la humillación que supuso pedir perdón a los españoles tras el episodio de la caza de elefantes en Botswana, se vio a sí mismo como un hombre cansado, dolido, con alguna sensación de soledad. En una conversación telefónica reciente le pregunté que cómo estaba y me dijo que cojonudo, concluye Ónega.
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