Mateo Balín
Lunes, 6 de octubre 2014, 10:59
Pocas pruebas. Escasos indicios. Apenas un par de nombres. Una investigación que no avanza a la espera de una improbable confesión. Un dato. Alguna ficha del rompecabezas que dé un vuelco al caso. Que reconduzca el sumario de una vez. Pero no llega.
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Así llevan ... más de un lustro los investigadores policiales y el Juzgado Central de Instrucción número cuatro de la Audiencia Nacional, responsable de las pesquisas del último atentado mortal de ETA en suelo español. El del gendarme francés Jean-Serge-Nérin al sur de París cierra la macabra lista.
Fue el 30 de julio de 2009 en Palmanova, en Calvià (Mallorca). Un municipio de playas de arena blanca y agua cristalina. Ahora tristemente conocido por el turismo de borrachera y el mediático 'balconing'. En la céntrica calle Na Boira, a las 13:50 de la tarde de un jueves de verano, enfrente del cuartel nuevo, una bomba lapa adosada en los bajos de un 'Nissan Patrol' mató a los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada García, de 28 años, y Diego Salvá Lezaun, de 27. Dos agentes que llevaban apenas un año en el cuerpo, y en el caso de Sáenz de Tejada apenas unos días en su nuevo destino.
La 'campaña de verano' de los terroristas había dejado su sello 36 horas antes en la casa cuartel de Burgos, donde una furgoneta cargada con 700 kilos de explosivos estuvo apunto de provocar una masacre sin parangón. En Mallorca, necesitaron mucho menos para hacer daño. Una bomba de 30 centímetros y apenas dos kilos de diversas sustancias explosivas y un temporizador ensamblado, que estaba agarrado con unas bridas en las oquedades del chasis del Patrol.
Media horas después de la mortal deflagración, un perro entrenado para detectar explosivos halló una segunda bomba debajo de otro vehículo patrulla de la Guardia Civil, cerca del antiguo cuartel de Palmanova. Los Tedax trataron de desactivarla, pero al comprobar que no era posible optaron por realizar una detonación controlada. Fue una cuestión de seguridad, pero las pruebas quedaron eliminadas.
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Posteriormente, la 'operación Jaula' de la Policía para detener a los responsables no dio resultado. Se bloqueó el espacio marítimo y aéreo de la isla y se escudriñaron todos los rincones del municipio. Pero nada. Los investigadores tampoco extrajeron conclusiones claras de las imágenes de las cámaras de seguridad de los hoteles de la zona.
El día después del atentado se confirmó la presencia de temporizadores en las bombas, con la hora y fecha de la detonación marcada. De este detalle se concluyó que fueron colocadas en los vehículos mucho antes, lo que hubiera facilitado la huida de los terroristas de la isla la noche antes del atentado. Lo más probable es que lo hicieran en barco, menos expuesto al control del aeropuerto. Y también por vía marítima se cree que llegaron los componentes de las bombas que luego ensamblaron en algún piso franco de Mallorca que no se ha podido localizar. Por lo que tampoco se tiene el ADN de los asesinos.
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Es como si el Mediterráneo se hubiera tragado todas las huellas del atentado. Una tremenda desazón para los compañeros de los dos agentes, para la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), personada en la causa, y para el Ministerio del Interior, que horas después del doble crimen difundió sin suerte las fotos de seis etarras sospechosos en busca de la colaboración ciudadana.
Los «suministradores»
La única línea de investigación más o menos certera salió de las imágenes que tomaron los TEDAX de la segunda bomba antes de detonarla. Los explosivos utilizados en Palmanova procedían del almacén de la banda al sur de Francia. Catorce 'zulos' que fueron desmantelados 20 días después del atentado tras la detención de tres miembros del aparato logístico de ETA. Eran los encargados de suministrar explosivos a los comandos de 'legales' -no fichados por la Policía- en España.
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Alberto Machain, Aitzol Etxaburu y Andoni Sarasola fueron arrestados en un apartamento de la estación de esquí alpina de Villarembert. La Gendarmería y la Policía Nacional llevaban siguiéndoles dos meses. Su caída permitió descubrir los 'zulos' que abastecieron a los comandos entre 2008 y 2009, un periodo en el que se registraron unos 40 atentados de diversa intensidad, con nueve muertos y decenas de heridos.
Etxaburu, de 35 años, antiguo miembro del 'comando Ondarroa', llegó a trabajar bajo las órdenes del exjefe militar de ETA Garikoitz Aspiazu, 'Txeroki'. Era el principal «dinamizador» de los grupos 'legales' que actuaban al otro lado de la frontera. Los tres detenidos cumplen ahora ocho años de prisión en Francia por estos hechos
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Precisamente, la última diligencia en la Audiencia Nacional sobre el atentado de Palmanova fue la respuesta a una requisitoria del juez Fernando Andreu. El instructor pidió ayuda a la Justicia francesa «sobre Etxaburu, Machain y otros tras el atentado de Palma de Mallorca». La respuesta llegó un año después, el 12 de abril de 2013, firmada por un funcionario francés. Contaba que la Corte de Apelación de París había abierto un procedimiento y le «mantendría al tanto». Hasta ahora.
Se da la circunstancia de que Etxaburu fue trasladado temporalmente a España el pasado 4 de septiembre para ser juzgado por un delito de estragos terroristas a raíz de una bomba contra la casa del pueblo de Elgoibar, en Guipúzcoa, en abril de 2008. La paradoja es que le reclama un juzgado de la Audiencia Nacional diferente al que indaga el doble asesinato de Mallorca. De momento, Andreu no tiene previsto tomarle declaración. Tampoco la Fiscalía ha pedido su comparecencia para dar algo de luz al último asesinato de ETA en España.
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