Diez tretas para no ser cazado

El detenido demostró conocer 'al dedillo' la forma de actuar de la Policía y entorpeció la investigación todo lo que pudo

Melchor Sáiz-Pardo

Jueves, 25 de septiembre 2014, 10:48

«Ningún cuerpo policial se había enfrentado a un hecho de esta complejidad». La frase es del ministro del Interior, Jorge Fernández, pero la suscriben punto por punto los investigadores que desde hace un año seguían los pasos de Antonio Ángel O. M. El arrestado ... fue meticuloso en extremo para no dejar ninguna pista.

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Sin relación entre ellas. Ninguna de las ocho víctimas conocidas del presunto pederasta tenía relación entre ellas, lo que hizo que, desde un principio, fuera imposible buscar un patrón que explicara los asaltos.

Sin conocimiento previo. El detenido escogía a sus víctimas al azar. No pertenecía, como en otros muchos casos de violadores, al entorno de la víctima y, por tanto, la investigación de los allegados también terminó en vía muerta.

Sin patrón temporal. Sus ataques no respondían a ningún patrón temporal. Tan pronto intentaba raptar a dos niñas en un día como dejaba de actuar durante meses.

Imágenes. Antonio Ángel O. M logró durante siete de sus ocho ataques que ni una sola cámara de seguridad (de bancos u otros establecimientos) le grabara. Solo el pasado agosto, en un despiste cuando se paró a comprar algo en una tienda, una cámara de una sucursal de Bankia consiguió registrar la imagen de su coche.

Sin rostro. A pesar de que actuó en varias ocasiones a la luz del día, siempre logró ocultar su rostro a los adultos que vieron como hablaba con las niñas que luego secuestró o intentó raptar.

Drogas. El presunto pederasta siempre narcotizaba a las niñas de las que abusaba, excepto en el último caso, por lo que ninguna de las pequeñas pudo aportar el más mínimo detalle interesante para la investigación. Su conocimiento sobre las drogas narcontizantes -explican fuentes del caso- viene de sus contactos con bandas organizadas para las que trabajaba.

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Coches. Usó en sus asaltos a las menores una gran multitud de coches diferentes que conseguía de la empresa de compra-venta de vehículos para la que trabajaba. Esta circunstancia hizo pensar al principio a los investigadores que el presunto pederasta de Ciudad Lineal eran varias personas o que el violador original tenía un imitador.

Diferentes domicilios. Antonio Ángel O. M., disponía en la misma zona de Madrid de varios domicilios vacíos en los que perpetrar los abusos a las niñas, por lo que las pocas pistas sobre los pisos, además, eran a veces contradictorias.

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Destrucción de pruebas. El arrestado era especialmente concienzudo en este aspecto. En la gran mayoría de los casos, después de abusar de las menores las lavó a conciencia para tratar de hacer desaparecer cualquier resto de ADN que le involucrara.

Movilidad geográfica. El arrestado, divorciado, no vivía con nadie. De hecho, a veces dormía en su propio coche. Se movía constantemente sin que nadie pudiera echarle en falta cuando pasaba horas acechando en el noroeste de Madrid a la búsqueda de alguna niña.

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