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Ander Azpiroz
Jueves, 5 de junio 2014, 17:40
Ser Rey español no era la mejor carta de presentación en un país latinoamericano. Hasta que llegó Juan Carlos I. Durante sus 39 años de reinado el Monarca se ha convertido en una de las personalidades públicas más valoradas en el continente, una tarea complicada ... a tenor del republicanismo que impera en todos los países que lo conforman y los rencores granjeados hacia los españoles tras siglos de colonialismo.
Uno de sus principales reconocimientos al otro lado del Atlántico es el de haber sido el impulsor junto a Felipe González y el mexicano Carlos Salinas de Gortari de las Cumbres Iberoamericanas, de las que desde 1991 se han celebrado 23 reuniones anuales ininterrumpidas. Don Juan Carlos ha sentido estas citas como algo propio. Lo prueba el hecho de que solo ha faltado a una de ellas, la del año pasado en Panamá a causa de una de las intervenciones.
Enrique Iglesias, secretario general Iberoamericano entre 2005 2014 además de amigo íntimo de don Juan Carlos, sostiene que "si el Rey ha tenido una enorme dedicación a América Latina es porque el la siente como algo a lo que pertenece". Su "vocación" hacia ese continente, mantiene Iglesias, se demuestra en el empeño que ha puesto durante su reinado en viajar hasta allí y conocer a su gente.
Para Iglesias la clave en el reconocimiento del Rey entre los iberoamericanos está en su propia forma de ser. Lo más importante es el talante que ha puesto a las relaciones personales con los líderes políticos e intelectuales de América Latina, y eso es producto de su personalidad expansiva y afectuosa. Y esa cercanía mostrada por don Juan Carlos ha desembocado en un hecho único en opinión del ex secretario iberoamericano. "No conozco ninguna otra monarquía en el mundo que tenga con las excolonias la relación de afecto, respeto y admiración que existe entre la española y América Latina", afirma.
Democracia
Como prueba del compromiso del Rey con el continente Iglesias destaca el viaje que realizó a Montevideo en 1983, en plena dictadura uruguaya. Entonces, resalta el ex secretario general, don Juan Carlos cumplió con el requisito diplomático de reunirse con el gobierno militar. Pero también tuvo el coraje de invitar a la embajada a toda la oposición, incluso gente que estaba perseguida por las autoridades. "Aquella foto fue histórica y supuso un enorme impulso para la democratización de Uruguay", alaba.
Respecto al futuro, Iglesias se declara encantado con Felipe VI. Dice de él que tras viajar a todos los países latinoamericanos ha desarrollado su propio carisma ante la opinión pública. "Por donde va se demuestra la atracción popular que genera", concluye.
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