Adiós y renovación

A pesar de ser el activo más valioso del PSOE, la opinión pública sigue atribuyendo a Rubalcaba el grueso de la crisis y le incluye en el núcleo político que causó la debacle

ANTONIO PAPELL

Lunes, 26 de mayo 2014, 14:20

El PSOE alcanzó el domingo su suelo histórico en unas elecciones con 3.596.000 votos y el 23% de los sufragios. El todavía principal partido de la oposición ha sido incapaz de aprovechar el hundimiento literal del Partido Popular, que ha perdido 16 puntos ... y 2,6 millones de votos, y ha entregado por impotencia al abrasado gobierno de Rajoy la primacía. En estas circunstancias, Alfredo Pérez Rubalcaba, líder socialista, ha tirado comprensiblemente la toalla. Se va tras convocar un congreso para el mes de julio, y deja el camino expedito a la renovación del partido.

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Rubalcaba, que cumplirá 63 años este mes de julio, fue el brazo ejecutor de las políticas de Rodríguez Zapatero en la legislatura anterior y cabeza de lista en las elecciones generales de 2011, que el PSOE ya perdió estrepitosamente. A todas luces, con razón o sin ella, la opinión pública le sigue atribuyendo el grueso de la crisis. O, más propiamente, le incluye en el núcleo político que causó aquella debacle y que aceptó sin rechistar las durísimas terapias ordenadas imperativamente por Bruselas y Berlín. En consecuencia, aunque ganó en buena lid el Congreso socialista de Sevilla de 2012, su presencia al frente del partido constituye un obstáculo para la renovación a la que tiene que encomendarse la formación de centro izquierda para reconciliarse con su clientela potencial.

Ésta es la razón por la que ha decidido marcharse, no aspirar a la renovación de su mandato y no competir en el proceso de primarias que se celebrará para elegir al cabeza de cartel que se enfrentará con Rajoy en las próximas elecciones generales que se celebrarán en 2015 o en los primeros días de 2016. Es una decisión plausible, generosa, que confirma la indudable talla política que posee este hombre honrado, con un sentido muy profundo del servicio público.

La convocatoria del Congreso servirá para que el partido controle el proceso de renovación y para frenar las aspiraciones de Chacón a desembarcar en unas primarias con todo el poder. Buena parte del aparato socialista piensa que Chacón, que fue ministra de la Vivienda con Zapatero y fue un símbolo de aquella etapa, está al menos tan contaminada como Rubalcaba, por lo que no es la persona idónea para encabezar el futuro del socialismo poszapaterista.

Rubalcaba es, en cualquier caso, el activo más valioso que tiene hoy el PSOE, con una dimensión personal incomparablemente mayor que todas las personas que se han mencionado estos meses pasados para sucederle. Pero a veces la valía intelectual y el olfato político no bastan para justificar un liderazgo. Máxime cuando está en juego la supervivencia del partido y cuando hay alguna figura emergente periférica la presidenta andaluza, Susana Díaz- que apunta maneras y que podría asumir, en determinadas circunstancias, la cima del PSOE con considerables probabilidades de éxito. Su mensaje es novedoso y no guarda relación alguna con la acción de gobierno de la legislatura anterior, en la que no participó.

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Rubalcaba, que cumplirá 63 años este mes de julio, fue el brazo ejecutor de las políticas de Rodríguez Zapatero en la legislatura anterior y cabeza de lista en las elecciones generales de 2011, que el PSOE ya perdió estrepitosamente.

A todas luces, con razón o sin ella, la opinión pública le sigue atribuyendo el grueso de la crisis. O, más propiamente, le incluye en el núcleo político que causó aquella débacle y que aceptó sin rechistar las durísimas terapias ordenadas imperativamente por Bruselas y Berlín. En consecuencia, aunque ganó en buena lid el Congreso socialista de Sevilla de 2012, su presencia al frente del partido constituye un obstáculo para la renovación a la que tiene que encomendarse la formación de centro izquierda para reconciliarse con su clientela potencial.

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Ésta es la razón por la que ha decidido marcharse, no competir en el proceso de primarias que se celebrará para elegir al cabeza de cartel que se enfrentará con Rajoy en las próximas elecciones generales que se celebrarán en 2015 o en los primeros días de 2016. Es una decisión plausible, generosa, que confirma la indudable talla política que posee este hombre honrado, con un sentido muy profundo del servicio público.

Rubalcaba es, con todo, el activo más valioso que tiene hoy el PSOE, con una dimensión personal incomparablemente mayor que todas las personas que se han mencionado estos meses pasados para sucederle. Pero a veces la valía intelectual y el olfato político no bastan para justificar un liderazgo. Máxime cuando está en juego la supervivencia del partido y cuando hay alguna figura emergente periférica la presidenta andaluza, Susana Díaz- que apunta maneras y que podría asumir, en determinadas circunstancias, la cima del PSOE con considerables probabilidades de éxito.

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