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Rodrigo Errasti Mendiguren
Jueves, 28 de junio 2018, 14:45
Nadie le podrá negar que fue el pichichi de la selección que logró la primera estrella y que a fuerza de goles se quedó con el 7 de España. David Villa puso punto final, con un gol y muchas lágrimas, a su andadura en la ... Copa del Mundo, ese torneo que levantó hace cuatro años en el Soccer City tras meter a España en la final con cinco goles consecutivos que permitieron a la selección salir de la depresión vivida ante Suiza y colocarse por primera vez en semifinales del torneo tras la angustia vivida ante Paraguay. «Es verdad que marqué cinco goles en el Mundial que ganamos. Estoy orgulloso de haberlo hecho porque eso siempre quedará ahí», recuerda con orgullo.
«Me gustaría jugar en la selección hasta los 55 años, pero es imposible. He tomado la decisión de ir a la MLS (Major League Soccer). Voy a estar unos meses sin competir, es complicado, y lo mas normal es terminar aquí. Ojalá haya más delanteros que me superen, pero siempre estaré en la historia de la selección», reconoció Villa en conferencia de prensa tras la goleada a Australia y ser elegido el MVP del partido, pese a no jugar el encuentro completo. «Le he sustituido porque hemos empezado parados y quería atraer los espacios. Y también porque queríamos dar minutos a Juan Mata», afirmó Vicente del Bosque para justificar el cambio de Villa al comienzo de la segunda parte.
La vida de David Villa es muy distinta desde el Mundial de Sudáfrica; tiene más títulos y ha vestido más camisetas. La del Barcelona, con la que ganó su primera Champions, y la del Atlético, con la que sumó una Liga inesperada y rozó la gloria de la Champions hasta que su amigo Ramos privó a los colchoneros de la gloria. Ahora ha decidido ser embajador del fútbol español por el mundo. Es el primer, y único por el momento, futbolista español del New York City, pero antes jugará unos partidos a modo de exhibición en el Melbourne City, club australiano del mismo propietario que la franquicia estadounidense. Ello fue un plus para un futbolista que ha vivido con dificultad la suplencia en Brasil, ya que en el amistoso previo en Washington logró dos goles y creía que merecía haber debutado antes, pero que lo olvidó para irse del torneo añadiendo otro gol a los 58 logrados antes con La Roja. Y lo logró. Del Bosque alabó a Villa, que jugó su primer partido tras anunciar su fichaje por el New York City, y logró dos goles más en su récord como máximo goleador de la selección. «Sabemos que Villa, en espacios reducidos, es uno de los mejores delanteros del mundo», explicaba Del Bosque tras marcar Villa el doblete ante El Salvador.
Al Guaje se le pudo ver con muchísimas ganas, estuvo más participativo que ninguno y agradeciendo a sus compañeros los pases en el arranque. Muy distinto a su último partido en Brasil, cuando en la Copa Confederaciones y en plena goleada ante Tahití se enfadó con Torres ya que buscaba seguir ampliando su estadística goleadora con la selección, que arrancó con 58 goles. Buscó combinar con Cazorla a la espalda de la zaga australiana, aunque algunos de su movimientos parecieron precipitados ante los centrales, e incluso asistió a su paisano dentro del área pero el remate fue desviado. Tuvo la mejor ocasión a los 20 minutos, cuando recibió de Iniesta otro balón a la espalda pero la pegó, de volea, muy alta. Se lamentaba y miraba el videomarcador buscando el cronómetro. Lejos quedaba Sudáfrica cuando todo le entraba y sacaba las castañas del fuego a España. No se desesperó y dejó sólo a Jordi Alba de un gran taconazo, pero Ryan demostró tener manos para frenar la intentona del lateral. Después fue capaz de irse de McGowan con una bicicleta y poner una pelota lateral al área pequeña que ni Koke ni su amigo Torres fueron capaces de convertir en gol. Se le veía nervioso, hasta que pasada la media hora pudo conseguir lo que buscaba: el gol. Juanfran la puso al corazón del área y de tacón, de modo estético, remachó Villa a la red. Besos al escudo, momento en el que muchos seguro que se preguntaron si no estaba mejor, en estos momentos, que el renqueante Diego Costa. No se contentó; siguió buscando ser protagonista. Dejó sólo a Cazorla con un buen pase entre líneas, acumulando momentos para su futura presentación en Melbourne.
Lágrimas incontrolables
Tras el descanso, siguió con su ambición buscando el gol, ya fuera propio o de un compañero, pero entonces Del Bosque sorprendió. Le quitó, pese a que seguramente era el más entonado de todos los españoles. No le gustó nada la sustitución al pichichi histórico de La Roja, que deseaba correr y pelear hasta el último segundo en el día de su despedida. Se quedó extrañado y algunas lágrimas cayeron por su mejilla.
Su amigo Mata, inédito en Brasil, le consoló sobre la línea central después de ser felicitado por sus compañeros. Al sentarse en el banquillo rompió a llorar. El doctor Cota le abrazó buscando consolarle y recordarle que es historia viva de la selección. Nadie olvidará sus goles y la felicidad que proporcionaron a todo un país.
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