Klose celebra con rabia su gol.
MUNDIAL 2014

Klose, el ‘pájaro’ carpintero

El delantero, que acaba de igualar los 15 goles mundialistas de Ronaldo, es hijo de futbolista y balonmanista, muy creyente y padre de gemelos que siguen sus pasos en la Lazio

Robert Basic

Domingo, 22 de junio 2014, 20:23

«Bienvenido al club, imagino tu felicidad». Con esta frase en su perfil de Twitter le felicitó Romario Nazario a Miroslav Klose después de que el delantero marcara a Ghana el sábado e igualara los 15 goles mundialistas del fenómeno brasileño. «Willkommen im klub», tradujo ... su mensaje en alemán, idioma que el punta aprendió de niño en su país de adopción. Porque Klose nació en Polonia, en la localidad de Opole, y con sólo cuatro meses se marchó con su familia a Francia ya que su padre, futbolista también, fichó por el AJ Auxerre y consiguió el ascenso a la Ligue 1. Ahí comenzó el periplo de un hombre que supo forjar su identidad en el exilio y al mismo tiempo mantener intactas sus raíces, aunque hace tiempo decidió que quería ser alemán y golear para la Manschaft. El otro día hizo historia y ahora está a un tanto de convertirse en leyenda.

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Klose está jugando su cuarto Mundial y su papel ha cambiado. A sus 36 años recién cumplidos ya no es titular y, de hecho, ni siquiera participó en la goleada ante Portugal. Pero Joachim Löw, su seleccionador, le reclamó ante la correosa Ghana y el delantero arregló el marcador en un abrir y cerrar de ojos. Salió en el minuto 71 por Götze y tardó exactamente 114 segundos en empujar a la red una peinada de Höwedes. Lo celebró como siempre, con un mortal hacia adelante, y casi se parte los tobillos al aterrizar. Es la marca de la casa y una forma como otra cualquiera de festejar un acierto, en este caso su decimoquinta diana mundialista que le coloca al lado del que quizás haya sido el mejor delantero centro de todos los tiempos. Y si la cosa se pone fea el jueves contra Estados Unidos, el viejo rockero tendrá otra oportunidad y la posibilidad de alcanzar la inmortalidad futbolística con una nueva muesca en su hoja de servicios.

El atacante germano debutó en la cita de Corea y Japón, en 2002, y la cerró con cinco tantos. Repitió este registro en Alemania (2006), anotó cuatro en Sudáfrica (2010) y ahora lleva uno en Brasil. De las quince dianas logradas en estos cuatro Mundiales, siete han sido de cabeza, siete con el pie derecho y sólo una con el izquierdo, y un total de trece han llegado al primer toque. No necesita nada para marcar, simplemente aparecer en el lugar adecuado y en el momento preciso. El instinto hace el resto. Lleva 133 internacionalidades con el conjunto teutón y la friolera de 70 goles, su mejor tarjeta de presentación.

Klose dejó Polonia cuando era un bebé. Hijo de Josef Klose, futbolista, y de Barbara Jez, portera de balonmano e internacional con su país en 82 ocasiones, vivió durante unos años en Francia pero se crió y formó en Alemania. Aprendió que los objetivos y las metas sólo se consiguen con la constancia y el trabajo y decidió seguir los pasos de su padre, que jugó de delantero en el equipo polaco del Odra Opole y luego en el AJ Auxerre y el Chalon. La familia se mudó a la localidad germana de Kusel en 1985 y allí comenzó el verdadero aprendizaje de Miroslav. El chaval quería dedicarse al fútbol y finalmente debutó con el Kaiserslautern en 1999. Pero antes tuvo que llegar a un acuerdo y cumplir con la condición impuesta por sus padres: si pretendía seguir jugando, debía sacarse el título de formación profesional. El joven aceptó y eligió la carpintería. Entre los 17 y los 21 años trabajó en el gremio y después se dedicó exclusivamente al balón y a lo que mejor sabe hacer, marcar.

El gesto de un tipo honesto

En sus 36 primaveras sólo ha defendido el escudo de cuatro clubes: Kaiserslautern, Werder Bremen, Bayern de Múnich y Lazio, equipo en el que actualmente presta sus servicios. Católico practicante -en 2012 estuvo en el Vaticano y fue recibido por el Papa Benedicto XVI- y padre de gemelos, Luan y Noah, que juegan de delanteros en las categorías inferiores del conjunto romano, se ganó el respeto del fútbol europeo en la temporada 2004-2005. Entonces estaba en el Werder y en un partido contra el Arminia Bielefeld resbaló y cayó en el área. El árbitro no dudó y señaló el punto de cal. Klose se le acercó, le explicó lo que había pasado y le pidió que dejara sin efecto la sanción. «No es penalti», le dijo. El colegiado no quiso cambiar su decisión y ordenó que se lanzara la pena máxima. El punta pidió el balón y lo lanzó fuera. Unos meses más tarde, la Federación alemana le condecoró con el premio Fair Play. El año siguiente se proclamó el máximo artillero de la Bundesliga con 25 goles.

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El Bayern de Múnich puso sus ojos en el killer de origen polaco y pagó 11 millones por él en la campaña 2007-2008. Durante sus cuatro temporadas en el gigante bávaro, en las que disputó 149 partidos y anotó un total de 52 goles, ganó dos Bundesligas, una Copa de la Liga, una Copa de Alemania, una Copa de la Liga y una Supercopa alemana. En 2011 no hubo acuerdo sobre su renovación y Klose fichó por la Lazio (86 encuentros, 37 tantos). En la recta final de su carrera, plagada de éxitos y distinciones individuales y colectivas, el atacante suma 641 choques y 274 dianas, lo que arroja una media de casi un gol cada dos partidos. Los que le conocen dicen que le dan igual los «peinados y el circo mediático», que pasa de los anuncios y asuntos ajenos al fútbol. Es discreto y tranquilo, y en su casa habla en polaco.

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