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ROBERT BASIC
Sábado, 21 de junio 2014, 02:05
Leo Messi se puso el traje de superhéroe y rescató a una inoperante Argentina con un golazo en el descuento y dejó sin capacidad de reacción a Irán, que había resistido todos los ataques de su rival e incluso le perdonó la vida en la ... segunda parte. El fogonazo del 10 sirvió para meter a su selección en los octavos de final -es el quinto combinando clasificado-, pero en absoluto despejó las dudas que envuelven el fútbol de la tropa de Sabella. Tras pasarlas canutas en su estreno ante Bosnia-Herzegovina, choque en el que acabó pidiendo la hora, la albiceleste tampoco mejoró este sábado sus prestaciones y sufrió sobremanera para superar al conjunto persa, un bloque duro y solidario en las labores defensivas que puso en mil aprietos a la gran favorita. Sólo una genialidad del rosarino, que también estuvo gris hasta el minuto 91, impidió una sorpresa mayúscula y arregló un partido en el que los argentinos volvieron a mostrar sus carencias.
Tras el experimento fallido de una defensa de cinco alineada contra Bosnia-Herzegovina, Sabella obedeció a Messi y le confeccionó un once a la carta. Es decir, puso desde el inicio a los cuatro fantásticos -Di María, Agüero, Higuaín y el propio crack azulgrana- y ubicó en el centro del campo a Gago y a Mascherano, quien por cierto cumplió 100 encuentros con el combinado nacional. Pues bien, tampoco se notó la mejoría en la elaboración de juego y Argentina llegaba más por sus individualidades que por la propuesta colectiva de su fútbol, que volvió a fracasar y confirmó que la escuadra sudamericana tiene un problema. Es verdad que la albiceleste creaba peligro y ocasiones, sobre todo en la primera mitad, que cerró con siete oportunidades y once disparos, aunque todo era producto de inspiración individual y fruto de las jugadas a balón parado.
Nada más arrancar el choque avisó el defensa Hosseini con un cabezazo que se marchó fuera y que conectó libre de marca en el área albiceleste. Poco tardó Argentina en responder y un gran pase en profundidad de Mascherano acabó en las botas de Higuaín, quien se plantó solo ante Haghighi pero estrelló la pelota en el portero persa. A partir de ahí, y en apenas 20 minutos, los de Sabella generaron media docena de ocasiones que se fueron al limbo por la falta de puntería de sus protagonistas. La tuvieron Di María, Agüero, Rojo, Garay y Messi, casi siempre en las jugadas de estrategia, pero ninguno de ellos fue capaz de abrir el marcador y, de paso, abrir una grieta en la sólida defensa iraní.
La selección dirigida por el portugués Carlos Queiroz jamás perdió su sitio en el terreno de juego y se mantuvo ordenada y comprometida en las labores de contención, sin renunciar a la sorpresa de los contragolpes. Dispuso de su primera gran ocasión en la recta final de la primera parte, cuando Hosseini, de nuevo solo en el corazón del área, conectó un cabezazo que se marchó fuera por poco y metió miedo en el cuerpo a los argentinos.
Penalti a Dejagah
Quien más quien menos esperaba una reacción de Argentina en la reanudación, pero, lejos de elevar el nivel de su fútbol, bajó el pistón y llegaron los mejores minutos de Irán. Un gran centro de Montazeri localizó a Reza, cuyo testarazo lo despejó Romero. Unos instantes después llegó una de las jugadas más polémicas del partido. Zabaleta derribó a Dejagah en el área -el defensa no tocó el balón y sí la pierna del jugador-, pero el árbitro mandó seguir. Los iraníes se comían al serbio Mazic, quien no quiso saber nada de la infracción. Mientras tanto, Messi hibernaba. Apareció de la nada a la hora del juego, con una de esas carreras tan suyas, y mandó un misil que se marchó fuera rozando el palo derecho de Haghighi.
Pero los iraníes no se amedrentaron y sólo dos prodigiosas intervenciones de Romero salvaron a Argentina. Primero sacó un gran cabezazo de Dejagah y luego resolvió con una maravillosa palomita el uno contra uno ante Reza. Cuando se cumplió el minuto 90, uno de los cuatro fantásticos -Agüero e Higuaín ya estaban fuera- decidió el duelo. Lo hizo Messi con un espectacular tiro desde fuera del área, un chispazo en medio de la oscuridad.
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