Löw y sus mocos

«Fuimos un equipo muy compacto y cerramos los espacios. Cumplimos el objetivo de evitar que Cristiano recibiera y encarase. Fue un partido excelente, a la altura de las expectativas. Estamos convencidos de que podemos hacer un gran Mundial, explicó el elegante seleccionador germano a pesar de que esa imagen impoluta se ensució cuando les televisiones le cazaron hace cuatro años comiéndose un moco en pleno partido. Y en una de las escenas más vistas en lo que va de Mundial de Brasil, se limpió la nariz antes de irle a estrechar la mano a Cristiano Ronaldo tras el choque del lunes.

Junto al despertar del expiloto Michael Schumacher 169 días después del terrible accidente de esquí sufrido en los Alpes, el artífice de que fuera «un gran día para Alemania», tal y como titula Bild, es Müller, único en su especie, un jugador inclasificable, dotado de un tino descomunal.

Por su instinto depredador, su astucia y su facultad de acertar casi siempre con la mejor opción a máxima velocidad, es uno de los jugadores más temibles del mundo, según la FIFA. Junto a Özil, es fiel exponente de la hornada de jóvenes talentos que han dotado a los teutones de un juego más romántico.

Un carácter abierto, espontáneo y gracioso, y una indomable voluntad de victoria completan el perfil del atacante que empezó a jugar en el Bayern de Múnich a los 10 años y debutó con el primer equipo de la mano de Van Gaal. Sueña con conquistar el tetracampeonato con Alemania tras ganar todos los trofeos imaginables con su club, incluyendo la Liga de Campeones y el Mundialito. Marcó nada menos que 10 goles en la fase de clasificación para el Mundial pero «Müller quiere más», tal y como advierte Der Spiegel.