L. C.
Lunes, 16 de junio 2014, 20:22
Gracias a una lluvia de goles, entre ellos algunas joyas, a dianas en el último segundo como la lograda ayer por el suizo Seferovic para dar la victoria a su selección, a unos escenarios increíbles y a un público alegre, Brasil ha hecho olvidar sus ... retrasos en la preparación y las protestas sociales en un principio de Mundial majestuoso. No podía ser de otra manera en el país de la pelota.
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«Es hora de que hable el fútbol», aseguró Saint-Clair Milesi, portavoz del comité de organización local (LOC) ante la prensa de Río de Janeiro. Aunque durante mucho tiempo, Brasil temió que las nubes de gases lacrimógenos empañaran el horizonte, finalmente lo que ha caído sobre el país es una lluvia de goles. Hace cuatro años, en el Mundial de Sudáfrica se marcaron 13 dianas en los primeros ocho partidos (1,6 de media), mientras que en Brasil, han sido más del doble: 28 (3,5 de media), sin contar los de ayer.
¿Cómo se explica esto? «Hay muchas ganas de marcar, de atacar, lo que es bueno para el juego. Y desde hace cuatro años, los equipos corren más riesgos, con defensas que suben juntos», dijo Gérard Houllier, exseleccionador de Francia y ahora miembro del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA.
Y algunos de esos goles son joyas: Robin Van Persie voló para cabecear un balón por encima de Casillas frente a España, y su compañero Arjen Robben rompió la cintura a Gerard Piqué y Sergio Ramos, dos de los mejores defensas del mundo, para marcar. Ese partido ha contribuido mucho a mantener el interés del Mundial (5-1), ya que, además de la goleada, acabó con un resultado inesperado, igual que lo fue la caída de Uruguay ante Costa Rica (3-1). También fue un monumento al fútbol lo visto en Manaos entre Italia e Inglaterra. Y la emoción estuvo presente hasta el último segundo en el triunfo de Suiza ante Ecuador.
Además del juego en el césped, en las gradas también hay un gran ambiente con estadios llenos o casi. En el partido inaugural, el mundo vio por televisión como los aficionados brasileños siguieron cantando el himno nacional a capela tras apagarse la música. Esta práctica de los hinchas de la 'Seleçao' nació en la Copa de las Confederaciones el pasado verano, especialmente en el partido Brasil-México en Fortaleza en la primera vuelta. Pero, otros espectadores han copiado esta idea, como se vio con los aficionados de Chile y de Colombia.
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Cantan en todos los partidos
La otra particularidad del público brasileño es que muestra sus consignas, incluso cuando no son partidos de la 'Seleçao', como ocurrió en el Colombia-Grecia. Las palabras «Eu sou brasileiro, com muito orgulho, com muito amor» («Soy brasileño, con mucho orgullo, con mucho amor»), pertenecen a una canción escrita por el compositor Nelson Biasoli y publicada en 1979, 'Grito de guerra'. Los hinchas de la 'verdeamarelha' ya la entonaban en los partidos del Mundial'10 y en la última Copa de las Confederaciones.
Y hasta las críticas han desaparecido durante el Mundial. Así, Romario, capaz de insultar en directo en la televisión al presidente de la FIFA y a su número dos, Joseph Blatter y Jérôme Valcke, estos últimos meses, se ha convertido en un aficionado más. En su cuenta de Twitter, tras el partido inaugural, la exestrella de la 'Seleçao' escribió: «¡Felicidades a Brasil! Y ahora, toca México!». El Mundial está en marcha.
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Rousseff y su dilema moral
En este sentido,la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, hizo ayer un llamamiento a no politizar la Copa del Mundo y aseguró que «la selección está por encima de la política». Exguerrillera en la dictadura (1964-85), afirmó que aprendió esa lección en 1970, cuando pasó el Mundial en prisión, donde fue torturada, y muchos disidentes políticos cuestionaban si empujar a la 'canarinha' sería un apoyo al régimen. «En 1970 estaba en la cárcel. En aquella época había quienes decían que si apoyábamos a la selección, estaríamos fortaleciendo la dictadura. Eso es una tontería. Para mí, ese dilema nunca existió», reflexionó la presidente en un artículo periodístico.
«Brasil ganó esa Copa. A medida que avanzaron los partidos, todos, los que estaban en la cárcel y los que estaban fuera, acabaron apoyando apasionadamente a la selección brasileña», aseguró Rousseff. Y pidió unidad. «La selección brasileña representa nuestra nacionalidad. Está encima de los gobiernos, de los partidos y de intereses de cualquier grupo», afirmó la mandataria.
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