Ignacio Tylko
Jueves, 12 de junio 2014, 17:34
Contrastes brutales en Sao Paulo con ocasión del arranque de la Copa del Mundo. Por un lado, enfrentamientos entre policías y manifestantes que dejaron al menos siete heridos, entre ellos una periodista de la cadena de televisión CNN. Por otro, la atmósfera festiva de un ... Mundial penetraba en gran parte de la megalópolis.
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En Itaquera, el barrio donde se eleva el Arena Corinthians, sólo se hablaba del partido. Movimientos de gente variopinta desde primera hora, ajena a cualquier incidente. Paulistas y seguidores de todo Brasil deambulaban por la zona ataviados con la Canarinha. También hinchas de otros países que ni siquiera compiten en el Mundial. Grupos de bolivianos y peruanos se paseaban por los aledaños del estadio, un secarral. Todo debía estar bien asfaltado, pero sólo había un inmenso descampado. Desierto puro. «Brasil está muy cercano y no podíamos perder la oportunidad de asistir a un partido del Mundial», festejaba el boliviano Freddy Cayo, acompañado de su esposa, hijos y demás parientes. «¡Brasil vencerá 3-1!», exclamaba el peruano Alex Macuchipi. Llamaba la atención de todos Sebastiao Aparecido, más conocido por Biro Biro. Mostraba todas sus habilidades con un pequeño balón. «Es un don con el que nací y lo practico hace 30 años», bromeaba.
A 27 kilómetros del estadio, en la Avenida Paulista, pleno corazón de la caótica megalópolis, surgieron como por arte de magia desde el amanecer tenderetes verdeamarelos. Gorros, bufandas, camisetas falsificadas, ropa interior, pulseras, collares... Poca gente a primera hora por las zonas de bancos y oficinas. Parecía un día festivo. Según avanzaban los medios locales, los trabajadores organizaban torcidas en sus puestos de trabajo. Se ataviaban para el gran día.
Durante el recorrido de aproximadamente una hora en el autobús que la FIFA pone a disposición de los periodistas en los hoteles oficiales, se observaban escenas pintorescas. Los típicos malabaristas que piden en los semáforos vestidos a lo Neymar, gente corriendo por los parques con los colores del anfitrión y fachadas de edificios decoradas con dibujos y graffiti que rememoraban la historia de la Canarinha.
Controles a los periodistas
De pronto, el autocar para en seco. Control policial. Sube un policía militar para comprobar que todos los pasajeros están debidamente acreditados. Tras una pequeña discusión con unos hinchas franceses que se hicieron pasar por periodistas para llegar hasta las inmediaciones del estadio, el chófer retomó el camino.
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Había motivos de alerta. Pronto trascendió que la policía había lanzado gases lacrimógenos, balas de goma y bombas de estruendo para dispersar manifestantes antimundial en Sao Paulo. Unos 200 manifestantes se reunieron por la mañana cerca de la estación de metro Carrao, cargando una pancarta que rezaba: «Si no tenemos derechos, no habrá Copa».
Dijeron que su objetivo era acercarse lo más posible al estadio Arena Corinthians, pero la policía de choque, portando escudos, los dispersó antes de que la marcha arrancara. Un policía disparó balas de goma contra un manifestante sin camiseta que se ubicó en medio de la calle y se negaba a partir. Luego lo detuvo.
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Una periodista de la CNN fue herida mientras cubría la protesta al recibir el impacto de una granada. La información fue confirmada por otra colega de su medio, que agradeció en su cuenta de Twitter la ayuda prestada a la productora Barbara Arvanitidis. Arvanitidis tenía un brazo vendado y sangre en su camisa, indicó un periodista de la AFP presente.
Tras los enfrentamientos con la policía, los manifestantes volvieron a concentrarse en una calle vecina, y lanzaron botellas de cerveza y piedras contra la policía, que respondió con vehemencia. Los antimundial montaron barricadas y provocaron llamaradas en la calle. «¡No habrá Copa!», cantaban. Una consigna que se ha convertido en el lema de muchos brasileños indignados con los 11.000 millones de dólares que el Mundial costará a los contribuyentes, y que reclaman para la educación, la salud, la vivienda y el transporte.
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Las protestas se adueñaron también de la Fun Fest de Copacabana, en Río de Janeiro, ocupada por los Black Bocs. Esta ciudad también se vio afectada también por una huelga en el aeropuerto de Río de Janeiro que afectó al 20% de los vuelos.
Cochambre
Para este enorme país de 200 millones de habitantes, la Copa tiene un sabor agridulce. En su interior era espectacular, pero por fuera el aspecto del Corinthians Arena era cochambroso.
Echó a rodar el balón y unas feas lonas grises tapaban aún los dos fondos para esconder las obras exteriores. Había andamios, grúas y pasarelas provisionales para acceder desde la estación de metro al estadio. Los obreros seguían sus trabajos contrarreloj mientras policías, militares y bomberos desplegaban el plan. Ha llegado el momento. Gran parte de Brasil clama por el hexa. La otra, protesta contra la corrupción y el gasto desmesurado. Se desata la fiesta, siguen los disturbios.
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