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A. P.
Jueves, 23 de enero 2025, 09:00
Las carreteras españolas están llenas de personas que no cumplen las normas, como demuestra el número de denuncias tramitadas por la DGT al año (más de 5 millones en 2023). Ante esta realidad, nos preguntamos: ¿incumplimos por desconocimiento? Esta hipótesis tiene cierto respaldo si atendemos ... al estudio elaborado por el Instituto de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) en 2009, en el que reexaminó del permiso B a más de 2.000 conductores. El 96,5% suspendió, la mayoría con más de la mitad de las preguntas falladas. Más reciente (2024), es un informe de Línea Directa que asegura que casi la mitad de los conductores desconoce que ya no está permitido (desde marzo de 2022) sobrepasar en 20 km/h el límite de velocidad de la vía para realizar un adelantamiento en una carretera convencional.
María Collado, psicóloga del tráfico y la seguridad vial, y educadora en cursos de recuperación de puntos, tal y como recoge la DGT, explica: «Una cosa es conocer la norma y otra es entenderla. En muchos incumplimientos vemos un desconocimiento del para qué sirven algunas normas». Por su parte, Patricia Pérez, psicóloga del Observatorio Nacional de la Seguridad Vial (ONSV) de la DGT, apunta a una desobediencia 'consciente': «Las normas se incumplen cuando se percibe que la medida no tiene una justificación adecuada o es desproporcionada».
Ya sea por desconocimiento o por desconfianza, infringir las normas de tráfico es una decisión que no sólo afecta al que lo hace. Como recuerda la psicóloga María Collado: «Cumplir las normas es la única garantía de convivencia vial que tenemos. Si no lo hacemos, no podemos prever el comportamiento de los demás ni anticiparnos a situaciones de riesgo».
Si las distracciones siempre han sido relevantes en la siniestralidad, las nuevas tecnologías han terminado por auparlas como factor concurrente más representado en los accidentes mortales. En 2023, estuvieron presentes en el 30%. Y lo peor es que es un enorme problema que sigue creciendo. En la última campaña especial de control y vigilancia de la DGT dedicada a las distracciones (octubre de 2024), el porcentaje de conductores denunciados aumentó un 10% frente al año anterior. Casi la mitad de las denuncias fue por conducir con el móvil en la mano.
Para Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, hay tres grandes grupos de distracciones: «Las que provienen del entorno del conductor, cada vez más complejo; las que proceden del sujeto, como el estrés, los problemas personales, familiares o sociales; y, en tercer lugar, las que proceden de las nuevas tecnologías, tanto las que equipan los vehículos (navegador, ADAS....) como, especialmente, el teléfono móvil, un disparador mortal de distracciones. La formación y el conocimiento de las causas y los riesgos son la mejor estrategia para prevenirlas».
La profusión de medios de transporte unipersonales y colectivos, privados y públicos, unido al funcionamiento de los algoritmos de las redes sociales, han impulsado una «guerra» de todos contra todos en el tráfico. Coches contra bicis, bicis contra coches, motos contra coches, peatones contra patinetes... A menudo se nos olvida un concepto básico para la seguridad: el respeto por los demás. «Debemos entender que todos tenemos el mismo derecho a circular por las vías», advierte Collado. Lo peligroso es cuando esa confrontación se traslada a la carretera, olvidando «nuestra obligación de apreciar el derecho a la vida de los demás».
En el respeto mutuo se basa la campaña 'CONvivencia Vial Urbana', presentada por la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL) y la empresa de transporte de pasajeros Alsa, con el apoyo de la DGT. Para el vicepresidente de Fesvial, Ignacio Lijarcio, «el tráfico representa las manifestaciones de la sociedad, y lo que vemos hoy con frecuencia son conductas muy individualistas. Yo como peatón, yo como usuario de patinete, yo como conductor... y todo lo que no sea mi derecho no me gusta».
El estrés, la ansiedad, la vida acelerada... Son constantes de nuestra sociedad. Y cuando nos ponemos al volante, todo eso puede convertirse en hostilidad. El informe «Influencia de la agresividad en los accidentes de tráfico», publicado en 2018 por la Fundación Línea Directa, en colaboración con el INTRAS, afirma que la agresividad multiplica por 10 el riesgo de tener un siniestro vial grave con víctimas, y por 30 el de sufrir un accidente con heridos graves.
Para la psicóloga del ONSV, la conducción puede disparar determinadas emociones y desencadenar más agresividad: «Puede empeorar esa situación emocional por elementos que pueden suponer una fuente de estrés, como los atascos o la dificultad para aparcar. El estrés enlentece tanto la percepción como la toma de decisiones y aumenta la probabilidad de sufrir una distracción o provocar una situación hostil». A menudo, en el origen de esa hostilidad -tan peligrosa para el tráfico- está la sensación de que la culpa es ajena: «Es más sencillo juzgar las acciones de los demás que hacer autocrítica, ya que si la hacemos el concepto de uno mismo puede empeorar», añade.
La psicóloga del ONSV destaca la importancia de saber detectar esas situaciones que pueden condicionar nuestra conducción, y recomienda, para minimizarlas, «tener una higiene de sueño positiva, un estilo de vida saludable y organizar las salidas con margen suficiente».
Asimismo, la conducción preventiva -o defensiva- nos protege a nosotros y, de paso, a los que están a nuestro alrededor. Como explica Juan Ignacio Serena, Coordinador Especialista de Formación de la DGT: «Es una conducción basada en la observación, en centrar nuestra atención en todos los estímulos que resulten relevantes y que puedan afectar tanto a nuestra seguridad como a la del resto de usuarios de la vía».
La palabra clave es anticipación: «Adelantarse a posibles incidentes, que, con mayor o menor probabilidad, puedan ocurrir, y estar preparado para tomar la decisión correcta que nos ayude a resolver la situación para evitar problemas».
La conducción preventiva requiere tener mirada corta y larga al mismo tiempo, concentración y capacidad para valorar diferentes escenarios a la vez. Serena nos pone un ejemplo paradigmático: «Si en una rotonda con varios carriles circulamos por el situado más a la derecha, es fundamental controlar los vehículos que se aproximen desde nuestro flanco izquierdo. Es probable que alguno abandone la glorieta desde los carriles interiores sin señalizar, cortando nuestra trayectoria, por lo que debemos llevar máxima atención a nuestro espejo izquierdo, por su velocidad y trayectoria podemos intuir lo que pretenden hacer», concluye.
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