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A. Noguerol
El Barco de Ávila
Lunes, 19 de octubre 2020, 00:54
El futuro más inmediato, y seguramente mucho antes de lo que podamos pensar, nos va a traer cambios importantes en la forma de conducción e incluso en la propia relación del conductor con su vehículo. Partiendo de un simple volante con palancas y botones ... ya se ha iniciado el proceso de transición con cámaras, sensores, pantallas, cruce de datos en la nube, conectividad y sofisticados sistemas multimedia de sencillo manejo. elementos que son ya una realidad.
Las nuevas tecnologías de asistencia a la conducción llevan unos cuantos años instalados en los coches presentes en el mercado, aunque hasta ahora la movilidad autónoma sigue resistiéndose a hacerse una realidad tangible.
Según todas las previsiones, esto está a punto de cambiar radicalmente gracias al gran salto que facilitará una nueva tecnología que está a la vuelta de la esquina: el 5G.
A pesar de su nombre, el vehículo autónomo no funciona solo. La propia idea de conducción inteligente y las soluciones de gestión del tráfico del futuro están basadas en la conectividad de todos los vehículos y demás agentes presentes en la vía, como los peatones. Es lo que se conoce como sistemas «safe swarm» (enjambre seguro), que se inspiran en las comunidades de abejas, tan perfectamente sincronizadas que raramente chocan entre ellas. Estos nuevos sistemas de gestión nos permitirán abordar algunos de los más graves problemas de las sociedades avanzadas como la congestión del tráfico en las grandes ciudades, la escasez de plazas de aparcamiento, y los accidentes de tráfico.
Todas las tecnologías de conducción autónoma que se han puesto a prueba hasta ahora utilizan las redes 4G locales, una opción que evita que la información tenga que llegar desde un servidor situado a cientos de kilómetros de distancia, y el desfase temporal que eso comportaría. Esto ha permitido crear sistemas con una cierta autonomía, que «piensan» (procesan la información) localmente y, por ejemplo, toman decisiones en cada cruce según las señales que emiten los demás vehículos y las infraestructuras de tráfico presentes en ese mismo lugar.
Sin embargo, el verdadero potencial de la conducción autónoma no podrá explotarse hasta que los vehículos conectados sean capaces de «pensar» en la nube. Esto haría posible coordinar la circulación de todos los vehículos que están desplazándose en una determinada zona, de modo que todos ellos pudieran tomar decisiones en las que no sólo un cruce, sino toda la zona, se tomara en cuenta. Dado que, según los datos de la DGT, el 90% de los accidentes son causados por el factor humano, se espera que la llegada de la conducción autónoma haga nuestras ciudades y carreteras mucho más seguras.
Esto es precisamente lo que el despliegue de las redes 5G hará posible. La nueva generación de tecnologías y estándares de comunicación inalámbrica, la infraestructura que utiliza tu teléfono móvil para conectarse a Internet estés donde estés, aumentará la capacidad de las redes (más dispositivos podrán conectarse al mismo tiempo) y reducirá significativamente la latencia de red (el tiempo que tarda la infraestructura en enviar la información necesaria para que se tomen decisiones).
Según el estándar oficial aprobado por la 3GPP, la organización internacional que rige los estándares de comunicación móvil, las redes 5G prometen una velocidad de descarga entre 10 y 20 veces más rápida que la actual, y una reducción de la latencia de red de entre 1 y 2 milisegundos. Si bien esto no parece para nada significativo si se trata de recibir un gif por Whatsapp, esta diferencia en la instantaneidad de las comunicaciones es clave para poder coordinar de manera precisa y segura el tráfico de una gran ciudad.
Otro aspecto clave es el significativo aumento de la capacidad de las redes para soportar un mayor número de dispositivos conectados simultáneamente al mismo tiempo, fundamental si tenemos en cuenta que el futuro de la movilidad pasa por colocar una tarjeta SIM en todos los vehículos o elementos de la vía que pueda ser coordinado con los demás.
Y más allá de la seguridad, la comodidad y la eficiencia de los desplazamientos que se derivaría, esta sistematización del cruce de datos significaría un importante ahorro de energía, emisiones y mala leche a gran escala.
Para Honda, la llegada de la movilidad autónoma no significa el fin del placer de conducir, sino más bien lo contrario. Los conductores, liberados de la responsabilidad de manejar el vehículo y salvaguardar la seguridad de todos sus ocupantes, podrán escoger los momentos en los que quieran experimentar la emoción de conducir manualmente. ¡Se acabó eso de conducir sin ganas o con sueño
En Honda, la movilidad del futuro gira alrededor de cuatro ideas clave: conducción conectada, autónoma, compartida y eléctrica (CASE, por sus siglas en inglés). Una de las líneas de investigación de Honda en este sentido es el sistema Augmented Driving, que ofrece más de ocho modos de conducción entre el manual y el totalmente autónomo. Simplemente apretando un botón, el conductor puede cambiar de un modo a otro, y además varios sensores instalados en el vehículo se ocupan de predecir los impulsos de curiosidad y las intenciones del conductor para facilitar una experiencia de conducción intuitiva.
Parte de esta tecnología, que pretende explorar nuevas maneras de conducir, es el nuevo volante inteligente, presentado el pasado mes de enero en Las Vegas con ocasión del CES 2020. Dando dos palmadas al volante, el automóvil se pone en marcha; tirando de él, se activan los frenos, y empujándolo, el conductor «pisa» el acelerador.
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