Cómo viajar con perro en coche adecuadamente

Cuando viajamos, nuestra mascota es una vida más dentro del vehículo y su transporte no debe ser una cuestión menor. Un animal suelto dentro de un vehículo siempre es un peligro ya no solo por nuestra propia seguridad, puesto que puede interferir en la conducción involuntariamente, también para la suya propia porque, en un accidente o ante una frenada brusca, puede salir disparado, golpearse y hacerse daño. En este caso, la Dirección General de Tráfico (DGT) indica que «los animales deben estar bien sujetos al vehículo para evitar que interfieran en la conducción» y que se debe colocar «un separador que impida que ocasione molestias o pueda ser causa de distracciones». Y no solo esto, la DGT advierte de que siempre hay que portar la documentación del animal, con la cartilla sanitaria oficial actualizada y sellada por un veterinario colegiado.

La propia DGT reconoce que existen varios sistemas de sujeción para los animales, siendo los más habituales los arneses de uno o dos anclajes y los transportines. «La elección de uno u otro depende del tamaño y tipo del animal. En general, la mejor forma de llevar mascotas, si son pequeñas, es en transportín, en el suelo del vehículo. Si la mascota es grande, lo mejor es colocar el transportín en el maletero en posición transversal a la dirección de la marcha», informa la DGT. Lo que no se debe hacer nunca es transportar al animal, por muy pequeño que sea, en brazos o en los pies del copiloto, y tampoco en el maletero. La nueva Ley de Bienestar Animal, de hecho, advierte de que se considerará infracción grave «transportar los animales incumpliendo la normativa específica en materia de bienestar animal y sin adoptar las medidas precautorias para garantizar la seguridad de las personas, bienes y otros animales». En concreto, se prohíbe el traslado de animales en lugares que no cumplan las condiciones establecidas, que no tengan suficiente ventilación o que no garanticen una temperatura no extrema, como puede ser un maletero, si no está acondicionado para tal fin.

Precisamente hace unos días Rosa Roldán, la educadora canina de Perrygatos, sufría un accidente de tráfico en plena A-1 cuando viajaba con su perra Cata y afirma que el transportín le salvó la vida. «No sufrió ni un rasguño. Ni la caja ni ella, que estaba dentro. Este elemento, correctamente anclado, la protegió del impacto, evitó que se golpeara en la colisión y, de paso, que me golpeara a mí al frenar. Y permitió mantenerla segura durante la llegada de la ayuda, la espera a la asistencia y nos facilitó la vuelta a casa en taxi desde Madrid al viajar dentro del vehículo conmigo pero en su propio espacio», ha narrado Rosa Roldán en sus redes sociales.

'Quitamultas'

Ana Rodríguez, educadora canina de Dejando Huella, opina que la única manera segura de viajar con un perro es el transportín. «El transportín, y en concreto el rígido, es lo más seguro no solo para él, también para nosotros en caso de un accidente porque el cinturón de seguridad es, en realidad, un 'quitamultas', no aporta seguridad al animal en caso de accidente de tráfico», expone Ana Rodríguez, quien también advierte de que es conveniente desensibilizar o acostumbrar al perro a este elemento, por su bien. «Con el arnés, el cinturón de seguridad no se comporta con el perro igual que con las personas, que impide que apenas nos separemos del asiento. Si vamos a mucha velocidad puede que el animal salga disparado y el mosquetón del arnés se rompa. Y, en cualquier caso, el perro avanza unos centímetros desde donde está anclado y la correa le parará en seco, así que el golpe se lo va a dar», explica Ana Rodríguez. Por otra parte, el transportín también debe ir, si no fijado, de manera que quede inmovilizado.

La DGT apunta que uno de cada cinco usuarios transporta a su mascota sin ningún sistema de protección. «En caso de accidente, un perro de 5 kilos multiplica su peso por 56 debido a la inercia y sale disparado con un peso equivalente de 280 kilos», advierte la DGT. No obstante, además de estas medidas de seguridad, hay que procurar el bienestar del animal, y, si realizados viajes largos, mantener una temperatura adecuada y agradable en el interior del vehículo y parar cada aproximadamente dos horas no solo para el descanso del conductor, también para que el perro se pueda airear y podamos proseguir el viaje sin incidencias.

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