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Uno de los animales más comunes como mascota dentro de la catalogación como exóticos en nuestra sociedad es la tortuga. Este reptil nos puede atraer por un supuesto pequeño y manejable tamaño así como un aparente escaso cuidado, pero esta es una creencia equivocada. «Es un animal muy accesible y barato, y que se ofrece en los comercios de manera habitual sin tener en mente que son muy longevos, pueden vivir hasta 35 años, y que tienen unas exigencias de mantenimiento muy altas en cuanto a espacio y medios para tenerlos bien», explica Joaquín Laliena, veterinario del Centro Veterinario Nakuru de Logroño.
Claro que esto muchas veces no se cumple. «Aunque son animales muy duros que sobreviven en condiciones que no son las adecuadas, que vivan no significa que les estemos dando una vida digna», advierte Joaquín Laliena. «La gente no es consciente de lo que viven ni del tamaño que alcanzan ni de los cuidados que requieren, que es curioso porque hoy en día, al golpe de ratón, en internet, tienes las características de todas las especies. Hace veinte años tenías que comprarte un libro», reflexiona el veterinario. Y es que no es extraño que una persona acuda a la consulta y exponga alegremente el caso de su tortuga: «Esta es de las verdes, que no crece». «La gente sigue creyendo en el mito de que si no les das espacio no crecen, igual que si las puedes alimentar solo a base de gambitas, que no es la base de su alimentación, solo un complemento. Es como si mantienes a un perro comiendo pan toda su vida, tendrá unas carencias nutricionales muy altas», ejemplifica Joaquín Laliena.
Quizá por su carácter tranquilo y sus lentos movimientos la gente piensa que las tortugas tienen unas necesidades vitales muy escasas, lo que permitiría la desatención, pero debemos ser conscientes de que cualquier ser vivo que dependa de nosotros requiere una atención específica y suficiente. «El problema, sobre todo de las tortugas de agua, además de que necesitan contacto con el agua porque necesitan constantemente hidratación para su piel, por lo que deben estar permanentemente en un medio acuático, es que las familias compran una tortuga por no tener la responsabilidad de un perro o un gato, y a la vuelta de tres años el niño ya no la cuida, los padres deben encargarse de ella y el animal se queda en casa como el olvidado, lo que ha propiciado que las abandones en charcas, estanques y ríos y muchas especies han desplazado a las autóctonas, como el galápago europeo y leproso que se encuentran en La Rioja», informa Laliena.
Muchas de esas tortugas invasoras son las de Florida, que son más grandes y agresivas y acaban imponiéndose a las autóctonas, que están ya en peligro de extinción. «La gente se tiene concienciar de que soltar a una tortuga en cualquier parte es un abandono y de que las especies autóctonas están amenazadas por factores humanos y externos como este. Y puede que no sobrevivan, así que están condenando a su mascota querida», afirma Laliena.
¿Y cuáles son las opciones? La primera, la responsabilidad, si no puedes o no quieres cuidar de un animal hasta el final, no lo tengas. Incluida una tortuga. Si el error ya está cometido, lo mejor es buscar un estanque particular con animales semejantes o acudir a un centro de recuperación de fauna, si bien ahí, si está en el actual listado de especies exóticas invasoras, deberá practicársele la eutanasia. «Hay que ser responsable y no comprar estos animales si no se pueden cuidar bien», aconseja Laliena.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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