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La Nochevieja es inminente y también va a ser inevitable, un año más, el festival de cohetes y petardos para celebrar el nuevo año. Al margen de concienciar a quienes los explosionan del perjuicio que provoca el ruido tanto en animales como en personas con autismo, pudiendo optar por pirotecnia no ruidosa u otras formas de celebración sin explosión, conviene recordar algunas nociones básicas para evitar sustos y malos tragos. Como en todo comportamiento animal, la fobia a los estruendos no es algo que se pueda resolver de forma súbita sino que requiere trabajarlo con tiempo para amortiguar en la medida de lo posible el temor que provoca.
Si tenemos un animal doméstico al que le dan miedo los petardos, cohetes o disparos, lo primero que debemos hacer estos días, aunque no sea Nochevieja, es pasearlo bien atado pues, por desgracia, en cualquier momento puede haber una explosión que nos provoque un disgusto, como por ejemplo que el perro huya y lo perdamos. Es preferible limitar los paseos con el perro suelto a las zonas de esparcimiento canino, convenientemente valladas.
En casa, lo que debemos procurar es cerrar bien las ventanas y, a ser posible, bajar las persianas, además de conducir al animal al lugar más apartado y donde menos se sientan las vibraciones. Perros y gatos pueden sufrir mucho estrés, ataque de pánico y ansiedad, por lo que, dentro de lo que se pueda, hay que comportarse con normalidad, no excitar aún más al animal. «En la mayoría de los casos, dentro de casa el animal elige un refugio seguro para pasar el mal rato de los petardos o los fuegos. Él solito se va al fondo (normalmente un aseo), donde todos los ruidos se amortiguan y se queda allí tranquilo hasta que todo vuelve a la normalidad. En casos extremos, si podemos anticiparlo, el veterinario puede aconsejarnos sobre el uso de difusores o collares de feromonas que ayudan a calmarse a nuestro perro», expone Rosa Roldán, educadora canina de Perrygatos.
Si el perro, aterrorizado, se ha escondido en otra parte, es mejor no forzarlo a salir porque allí será donde él se siente más seguro. «Si mantenemos la calma y le ayudamos a recuperarse, al cabo de un rato es más que probable que nuestro perro salga de su escondite una vez superada la situación, es decir, cuando se sienta a salvo», explica Rosa Roldán. Durante el tiempo en que dure el ruido, que pueden ser petardos estos días o una tormenta otro día, conviene acompañar al animal, pero no recompensar su miedo. Es decir, si el perro o el gato desea subirse encima nuestro debemos dejarle para que se sienta más seguro y podemos acariciarle para tranquilizarlo, pero no atosigarlo ni mostrándole un sobreafecto que pueda premiar su miedo, debe ser más una medida protectora que una recompensa.
Y si ya sabemos que la situación se descontrola, quizá debamos acudir previamente al veterinario. «Hay varias posibilidades, como los neutraceuticos, que no son medicamentos en sí sino complejos nutricionales y que conviene dar un día antes, como los que tienen triptófano, minerales u oligoelementos, pastillas para el miedo o la ansiedad que relajan al animal y que serían como para una persona con ansiedad tomar Valeriana, es decir, tienen un cierto efecto», explica el veterinario Carlos Bustillo, de la clínica Bustillo Veterinarios de Logroño. Pero sí existen medicamentos si el animal se pone muy nervioso, si bien debemos evitar administrarlos si no es por consejo directo de un veterinario. «Ni se nos ocurra darle un Orfidal porque no disminuye la audición del animal sino que, pudiendo estar sedado, oye igual, con la angustia de no poder moverse, así que no reduce el sufrimiento», advierte Carlos Bustillo.
Lo mejor es acudir a un veterinario y explicar qué tipo de miedo desarrolla el animal para que prescriba complejos nutricionales o, de forma puntual, medicamentos como Pexion, también utilizado para la epilepsia, y el que más se usa, el Sileo, que produce una relajación muy buena del animal, con disminución de la capacidad auditiva. Pero que sea el veterinario quien, en base al historial, raza, peso y edad del animal, prescriba los tratamientos», advierte Bustillo.
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