La XIV Chuletada de San Mateo celebrada el pasado sábado en la avenida de Colón de Logroño tuvo como jueces de excepción a varios perros que, como el pastor belga Ron, degustaron ávidamente algunas piezas, si bien con la destreza de morder la carne, que ... no el hueso, que le ofrecía su dueña Alba. Los huesos se han asociado siempre a los perros casi como un manjar para ellos pero, en realidad, aunque pueden ser un complemento alimenticio ocasional, debemos evitarlos por norma general.
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«Los huesos no son, en absoluto, un alimento para los perros. Eso es una reminiscencia del pasado, cuando los restos de lo que comíamos los humanos se lo dábamos a los animales: los huesos de la carne a los perros y las espinas del pescado a los gatos; pero nutricionalmente no es un alimento correcto y, además, generan muchos problemas», advierte el veterinario Carlos Bustillo, de la clínica Bustillo Veterinarios de Logroño. Y es que los huesos, sobre todo los de las aves, como los pollos, se astillan y pueden producir obstrucciones, generando problemas en el esófago y provocando intervenciones quirúrgicas para extraer los cuerpos extraños.
«Como dieta única, los huesos son un horror. Y añadido a una dieta normal siempre puede ocasionar problemas, como estreñimiento o heces excesivamente duras, vómitos... además de poder clavarse en los intestinos o en el recto. Hay que evitarlos completamente», aconseja Carlos Bustillo.
Hasta tal punto llega esta errónea creencia popular de que los huesos pueden suponer un buen premio para las mascotas que muchos juguetes tienen su forma. «Lo tenemos en la mente y a ellos les encanta, si lo huelen o ven lo intentan coger porque lo pueden manipular, partir con la boca... Es un comportamiento de carnívoro, pero desde el punto de vista de la salud, y sobre todo las mascotas que no estén acostumbradas, es algo a evitar completamente», advierte Bustillo. Y es que otros animales, como los de caza, quizá puedan tener el cuerpo más acostumbrado y les puede causar menos daño. «Es muy típico, un fin de semana en el que hemos estado de chuletada, haber dado un par al perro pero esas dos le pueden causar unos problemas terribles», expone Bustillo.
Ana Rodríguez, educadora canina de Dejando Huella, va más allá y señala que los huesos son peligrosos, sobre todo, si son cocinados. «Si son cocinados, al estar deshidratados, los huesos pueden dar problemas no solo por astillarse en la garganta sino en cualquier parte del cuerpo», explica Ana Rodríguez. Así, solo aconsejaría dar un hueso a un perro si está crudo y si el animal sabe masticar bien. Hay algunas piezas que se pueden comprar en carnicerías, como la rótula de vaca.
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«Si es muy ansioso y se lo va a comer deprisa, el perro se puede atragantar con un hueso, aunque también con un currusco de pan. Hay que enseñarles a masticar correctamente. Hay que saber qué y cómo darle un hueso», especifica Ana Rodríguez. Inevitablemente, si un perro caza un conejo y se lo come, ingiere también sus huesos. Al fin y al cabo son mamíferos carnívoros y cazadores, pero también debemos tener en cuenta que los hemos convertido en mascotas y están acostumbrados a una alimentación mucho más cómoda.
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