Ares es un perro de un año, aparentemente incansable, lleno de energía. Su dueña lo saca bastante, lo lleva a correr con ella, juega con otros perros y no le faltan juguetes en casa, pero parece que nada de eso es suficiente porque en el ... domicilio a menudo destroza zapatillas, peluches, libros, cojines… Parece un perro hiperactivo. Tiene otra cara, la de una mascota tranquila y cariñosa, pero como podenco joven, parece incombustible. También dispone del célebre 'Kong', un juguete en el que introducir comida o chucherías con el que los perros se entretienen modisqueando, extrayendo el alimento, algo que le distrae, pero apenas unos minutos. Su dueña, acostumbrada a tener perros, confiesa estar «desesperada» porque no sabe qué hacer.
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«Es un tema difícil porque no es normal que un animal sea hiperactivo o incansable, parece un problema de comportamiento. Otra cosa es que sea un animal nervioso, para lo que requiere pasear, ejercicio, enriquecimiento del juego y, sobre todo, un entorno de tranquilidad», expone el veterinario Carlos Bustillo, de la clínica Bustillo Veterinarios de Logroño. A menudo no nos damos cuenta de que el entorno también moldea al perro. «Si son animales nerviosos y tenemos mucho follón en casa… Los perros nerviosos necesitan tranquilidad, rutinas e, incluso, piensos con complementos alimenticios que relajan, como el triptófano», apunta Carlos Bustillo. Pero si son hiperactivos, Bustillo recomienda tratar el problema como lo que es, una cuestión de comportamiento, con adiestramiento, incluso complementos nutricionales, fármacos, collares relajantes que liberan feromonas… «A veces conlleva ansiedad, fobias… y hay que tratarlo de forma concreta. Pero es muy importante que tengan normas», opina Bustillo.
Hay que tener siempre en cuenta que las mascotas son seres vivos y, por tanto, cada uno es distinta. Un perro, y más si es joven y de una raza de notable instinto cazador o pastoril, necesita mucha actividad, pero esta no siempre debe ser física, también mental. No solo debemos sacar lo suficiente al perro y por espacios lo más naturales posibles, también necesitan sociabilizar y tener estímulos que les hagan olfatear y pensar. «Cansar a un perro es complicado, y más si lo paseamos mucho porque va entrenándose. Un perro pastor que sale de mañana a la tarde trabaja más de ocho horas, no es cuestión solo física. Debemos complementar el trabajo físico con el cognitivo», expone Ana Rodríguez, educadora canina de Dejando Huella.
«No es solo 'sentar, tumbar y quieto', el perro también que aprender a resolver problemas, como encontrar juguetes o chucherías escondidas, también, al aire libre, que busque la pelota, no tirarla, porque del ejercicio físico se recuperan muy rápido», advierte Ana Rodríguez. «Lo importante es enseñarles a pensar, trabajar el olfato. Y tiene que ser un hábito», aclara la educadora canina de Dejando Huella, y recomienda paseos de calidad, con correas de 2 metros, alejados de zonas de estrés y donde pueda oler y detectar rastros de otros animales. Cuanto más natural y menos urbano sea el paseo, mejor. El 'agility', por ejemplo, es un ejercicio más cognitivo que físico porque el perro debe resolver obstáculos y memorizar un recorrido. «Hasta poner su cama en vertical, y que deba resolver ponerla en horizontal. Hay que enseñarles a pensar, iniciando en un nivel bajito e ir subiendo poco a poco», recomienda Ana Rodríguez. Para ello también recomienda acudir a profesionales del adiestramiento.
Incluso debemos tener cuidado con un ejercicio físico excesivo. No debemos salir a correr todos los días con el perro ni tirarles la pelota de forma abusiva porque es un ejercicio lesivo. «Además de la obsesión que puede generar, a nivel articular supone un esprint y una frenada busca que pueden provocar daños en las articulaciones, y si dependen mucho del ejercicio físico, estamos perdidos si les sucede algo, hasta pueden sentirse frustrados y tristes», advierte Rodríguez. Y al margen de lo físico y lo mental, masticar también calma. «No solo lo más duro y que dure más es mejor, pero ayuda a relajarse», explica la educadora canina de Dejando Huella.
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Pero también debemos utilizar el sentido común y educar a los animales, enseñarles a estar tranquilos, porque un cachorro, como un niño, nunca se cansa. Y tampoco hay que cortar el juego de raíz. «No hay que dejar al perro tras un pico de excitación, hay que tener un tiempo de calma. E igual cuando juegan con otros perros, que sería como un calentamiento. No hay que dejarlos solos tras el momento de mayor excitación porque para ellos el juego continúa», advierte Rodríguez. Para trabajar la calma también es importante que las mascotas tengan un espacio propio, no solo una cama. «Si no un transportín, una cama debajo de una mesa, un lugar tranquilo, como un espacio-cueva», explica Rodríguez. Tener ese refugio propio ayuda a los animales a tranquilizarse porque allí se sentirán 'a salvo'.
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