Zipi y Zape son dos pequeños podencos de tres años que fueron recogidos por la Asociación Protectora de Animales en La Rioja (APA Rioja) en Navarrete, tras quince días vagando a su suerte. «Aparentemente son hermanos. Aparecieron con un tercero, Peter, que ya fue adoptado, ... pero estos no han tenido la oportunidad de tener una casa», explicó Carmen Faulín, presidenta de APA Rioja.
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La de estos perros es una de las muchas historias que se contaron el pasado sábado en el Salón de la Adopción celebrado en la plaza del Mercado. El objetivo fue dar a conocer a los animales que la protectora alberga en sus refugios para animar a la gente a adoptarlos o, al menos, a ser casa de acogida, que también es muy importante. Como en el caso de Luz, una perra de 9 años que próximamente va a ser operada de tumores en las mamas y para su recuperación sería idóneo que pudiera disfrutar de una casa de acogida.
Perros en los refugios de las asociaciones protectoras los hay de todo tipo, aunque predominan los de caza, los mestizos y los potencialmente peligrosos. Pero también los hay de raza, como Zaira, un setter inglés de 3 años que apareció sin chip identificativo, como la mayoría; o como Tristán, un mastín cariñoso al que le gusta dormir y que le rasquen la tripa. «Hay un montón de mastines abandonados, es una barbaridad y, por su tamaño, es difícil encontrarles un hogar», contó Carmen Faulín.
También hay otras historias, si cabe, aún más trágicas, como la de Hipsy, un perro incautado por la Guardia Civil a su dueño porque no lo cuidaba, no lo alimentaba y, a pesar de ese maltrato, es muy cariñoso. O la de Mara, una perrita cruce de Shar Pei, de ocho años, que apareció embarazada y por su mal estado perdió a su cachorrito. También Tibet, que apareció en Ocón, nadie la reconocía y tiene mucho miedo, seguramente por una mala experiencia con los humanos. Viena, por ejemplo, apareció muy delgada con una pata rota en Ribafrecha, y ahora es una robusta y majestuosa perra. Nerón y René aparecieron en Arnedo, Ciclón en Aldeanueva de Ebro, Antxón en Zarratón, Senda en Navarrete... Todos tienen su historia y también algún trauma más o menos difícil de superar. «Si los adoptan, mejoran mucho», afirmó Faulín.
Otros parecen estar deseando dar no otra sino las oportunidades que hagan falta a los humanos, como Nácar, un perro de caza que apareció en Villamediana y es muy activo y sociable a pesar de su tratamiento de Leishmania, o Mancha, un perro que apareció en Aldeanueva de Ebro y es muy mimoso e inteligente. Los hay jóvenes con toda la vida por delante y mucha energía, ideales para gente que le guste pasear, y mayores cuyas necesidades ya no son tanto estar al aire libre sino bien cuidados y tranquilos en una casa confortable.
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