

Secciones
Servicios
Destacamos
Cuenta la logroñesa Beatriz Castro que cuando el conejo Max entró a su casa no tuvo problemas en adaptarse a sus otras dos mascotas, los perros León y Greta. Quizá ayudó que los tres animales eran cachorros de apenas meses, pero Max «se hizo dueño y señor de la casa, muchas veces se tumbaba en la cama de los perros y estos se quedaban en el suelo», recuerda Beatriz. Max fue el segundo conejo que tuvo y considera que fue como «otro perro» porque «se crió con ellos».
Una vez superada la aparente animadversión entre perros y gatos, cuya convivencia cada vez es más común, empiezan a darse casos de compañerismo entre mascotas cada vez más extremas, como es el caso de perros y conejos y gatos y pájaros, que, en teoría, son especies cazadoras y presas, respectivamente. «Pueden convertirse en compañeros pero, a veces, a costa de tener problemas», señala el veterinario Carlos Bustillo, de la clínica Bustillo Veterinarios de Logroño. Hay que tener en cuenta que especies como los conejos están en los eslabones más bajos de la cadena trófica y, aunque cazadores y presas sean mascotas que no necesiten buscar alimento o protegerse para sobrevivir, el instinto es innato. «La convivencia es muy difícil, aunque se puede conseguir. Es más fácil entre perros y gatos porque son especies filogenéticamente más próximas. Si la convivencia es desde cachorros, es más fácil la adaptación y pueden llegar a ser estupendos compañeros. También depende del carácter del animal y de lo socializado que esté: cuanto menos, más difícil será», apunta Bustillo. «Lo importante es que un animal tenga una buena socialización, a los cuatro o cinco meses es cuando un perro o un gato ha formado su estructura psicológica para relacionarse con los humanos y otros animales», recomienda Bustillo.
Carlos Bustillo
Bustillo Veterinarios
Rosa Roldán, educadora canina y felina de Perrygatos, admite que, aunque parezca imposible, cada vez es más frecuente este tipo de convivencias extremas entre mascotas. «Que se lleven mejor o peor varía en función de la edad, del carácter y del grado de socialización, del entorno que comparten y de cómo se hayan hecho las presentaciones», advierte Roldán, aclarando que es mejor no forzar las relaciones. «Que convivan en la misma casa no quiere decir necesariamente que se lleven bien, aunque no lleguen a pelearse», expone Roldán.
Rosa Roldán
Perrygatos
Para evitar conflictos, la educadora de Perrygatos recomienda prevenir situaciones potencialmente peligrosas, delimitando espacios para cada animal, sobre todo al principio y si no estamos seguros de las posibles reacciones. «Lo más importante para una buena convivencia es dedicar tiempo a cada animal, jugando, enseñándole habilidades, cepillándoles o, simplemente, descansando, compartiendo momentos de calidad con cada uno, de forma que reforcemos el vínculo y la confianza. Así, la presencia del resto de animales también se refuerza de forma positiva», recomienda Roldán.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Cristina Cándido y Álex Sánchez
José A. González, Sara I. Belled y Cristina Cándido
Borja Crespo y Lidia Carvajal
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.