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Aunque estamos acostumbrados a ver el pato de río tanto en el Ebro como en el Iregua, incluso en el estanque del parque de La Ribera, existen otras razas, como las que se crían para el consumo de su carne y de sus huevos, además de esas aves silvestres. Pero tal vez los más desconocidos sean los patos que, de alguna manera, son también mascotas, de carácter ornamental, que pueden vivir en una amplia casa de campo en la que tal vez nos guste tener animales domésticos más independientes, que no sean perros o gatos.
«La gente ha empezado a coger afición a tener patos más pequeños, como el mandarín y el carolina, que son muy fáciles de mantener y cuidar en un jardín y con un estanque no muy grande. Además, los patos domésticos, de granja, comen y ensucian mucho», explica Joaquín Laliena, veterinario de la clínica Nakuru de Logroño especializado en aves y especies exóticas. El pato mandarín es una especie procedente de Asia Oriental y fue seleccionado genéticamente como ave ornamental, precisamente, por su belleza gracias a un plumaje de vivos colores. Además, es un animal manejable, de apenas medio kilo de peso. El carolina, un poco más grande y procedente de América, aunque puede presentar plumaje de color, generalmente es grisáceo, menos llamativo.
Joaquín Laliena
Centro Veterinario Nakuru
«Con que tengan un estanque de un metro cuadrado, no muy profundo, de unos 30 centímetros, y hierba, ya es posible tener a unos patos», describe Joaquín Laliena. «El pato necesita nadar, es un animal acuático. Necesita agua para limpiar su plumaje y liberar la tensión de las patas cuando aguantan el peso del cuerpo en tierra», advierte el veterinario. En cuanto al alimento, aunque se pueden nutrir de vegetal, es conveniente proporcionarles un pienso rico en cereal.
Eso sí, con lo que debemos tener precaución es con la cría. Porque si no estamos atentos los patos pueden anidar e incrementar la población, de manera que en lugar de tener unos pocos patos como afición al final tengamos muchos en contra de nuestra voluntad y se convierta en un problema. «Son animales muy prolíficos, pueden criar diez o doce patitos al año. Por eso en el parque del Carmen, antiguamente, había un montón. Pero si no les pones nido, ellos no se lo construyen. Normalmente, en la naturaleza, crían en troncos de los árboles o en nidos abandonados de pájaros carpinteros. Si queremos que críen, basta con ponerles una caja de madera con un agujero», aconseja Joaquín Laliena.
Y a nivel veterinario tampoco tienen excesivas complicaciones. «Con realizar un análisis para su desparasitación anual podía ser suficiente, eso sí, siendo escrupulosos con la limpieza del lugar donde estén. Pero no necesitan vacunas ni tratamientos», informa Laliena. Con lo que sí debemos tener cuidado es con los depredadores, porque los patos pueden ser muy suculentos para halcones, búhos, serpientes, perros y zorros. Y si vivimos en el campo, la fauna silvestre se puede colar por cualquier recoveco para atrapar una presa fácil. Para evitarlo y proteger a nuestros patos debemos habilitar un recinto cerrado y un buen vallado para cobijarlos.
«Lo bueno de los patos es que conviven muy bien con otras especies, sobre todo otras ánades, de manera que podemos juntar diversas especies sin problema», propone el veterinario Joaquín Laliena.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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