Una barrica tiene mucho que contar. Su valor radica en mucho más que en ejercer de contenedor de lo que está en proceso de ser vino. En realidad, ella misma es parte del vino. Su procedencia, su tostado, el tiempo que hace su labor... todo aporta su toque de vainilla, balsámicos o frutos secos al líquido y deja su esencia de pasado y de tierra. Y colabora en lo que será su futuro. Por eso, que una barrica tenga una sola vida suena un poco triste. Así que en Barena han decidido que, a través de un método natural y apenas invasivo, una barrica puede tener dos y hasta tres vidas. «O más, las que haga falta. Realmente no deberían tener un fin», explica Patrick Sabaté, administrador de Barena.
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El método es sencillo, pero único en el mundo y desarrollado por la facultad de Enología de Burdeos. El proceso consiste en un «decapado por proyección de cuarzo de alta pureza con el que eliminamos los sólidos vínicos cristalizados en los poros de la madera sin que afecte al tostado original de la barrica. Además conseguimos algo muy importante y fundamental para la crianza: la recuperación integral de la microxigenación».
Posteriormente, lo que se hace es un tratamiento de vapor intensivo con el que se logra la desinfección incluso a un centímetro del interior de la duela, eliminando mohos, bacterias y levaduras diversas. Y todo sin reducir el grosor de ésta y sin desmontar la barrica: «El proceso no solo es único, sino completo y se realiza sin alterar la integridad física de la barrica. Además, hay que tener en cuenta que los cristales de tártaro son un habitáculo de residuos microbiológicos, así que al eliminarlos la actuación es excepcional, ya que no solo los matamos, sino que destruimos su habitáculo sin dañar la barrica y nos llevamos fuera los muertos, eliminando cualquier residuo».
Finalmente, la puesta a punto de la barrica se completa con un lijado exterior «si así lo desea la bodega» que rejuvenece su aspecto.
En total, el proceso supone unos dos días de trabajo, «aunque todo depende del estado en el que llegue la barrica», añade Sabaté.
Desde que la empresa se creó en el 2008, Barena ha recuperado unas 150.000 barricas en La Rioja que «podría decirse que es casi un 10% del parque de barricas de la denominación» y cuenta entre sus clientes con más de 50 bodegas de la Denominación de Origen Rioja, además de otras en Francia, Italia, Portugal o el sur de España.
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Sabaté asegura que «la relación con las bodegas es cada vez más estrecha y recibimos mucha información de la evolución de sus vinos, que no es otra cosa que la misma que ya tuvieron años atrás. No hacemos otra cosa que hacer que la barrica vuelva a funcionar como en el pasado. Pero es la misma».
El proceso natural al que se someten las barricas está en consonancia con el tratamiento de los residuos que llevan a cabo en Barena, ya que estos se trasladan a una planta oficial de reciclaje de cuarzo y también con la filosofía de la empresa de reutilización de materiales y respeto al medio ambiente.
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Las barricas en Barena vuelven a nacer, regresan al pasado y se convierten de nuevo en el futuro del vino.
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