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Cuenta los años por cosechas, las trece (de 1997 a 2012) que elaboró en la Granja de Nuestra Señora de Remelluri (Labastida) y las seis que lleva hasta la pasada 2021 vinificadas en Marqués de Vargas (Logroño). A la enóloga Ana Barrón no le ... gustan los focos y no es fácil encontrarla en los medios de comunicación, pero lo cierto es que hizo un trabajo impecable durante casi quince años en la bodega de la familia de Telmo Rodríguez –fue Jaime, su padre, quien la fichó tras unas prácticas en dos châteaux de Burdeos– y en poco más de cinco años en Marqués de Vargas ha dado la vuelta a la forma de trabajar la viticultura y la enología en la casa con unos resultados extraordinarios.
La enóloga ha vivido en activo la «revolución» femenina que se ha producido en el sector bodeguero: «El papel de la mujer ha cambiado radicalmente; cuando yo empecé entrábamos al laboratorio y apenas si había mujeres en otros puestos, pero ahora hay bodegueras, directoras financieras, de ventas, ingenieras de campo... y, por supuesto, enólogas con mucha más responsabilidad que hacer análisis de los vinos». «Ahora bien –continúa–, lo que nunca se ha reconocido suficiente es el papel de la mujer en la bodega pequeña, que cuida la casa, trabaja en el campo y luego también en la bodega; esas mujeres lo han hecho toda su vida y continúan haciéndolo, incluso ahora asumiendo el inagotable papeleo; ellas sí que tienen mérito».
Barrón considera que la enología «también ha cambiado mucho y para bien» en los últimos 25 años. «Como se dice, de la bata a la bota. Para mí, lo que importa de un vino, más que su precio, es su origen y, si no lo representa, nunca será un gran vino». En este sentido, la enóloga entiende que «no hay vinos para hombres ni para mujeres, ya que el origen no tiene sexo».
De hecho, asegura que si aceptó el reto de renovar los vinos de Marqués de Vargas fue porque la bodega tenía viñedo propio y porque podía trabajar el origen: «Yo venía de una zona más fresca como Labastida y aquí, en Logroño, nuestro viñedo afrontaba un gran reto como es el cambio climático, así que apostamos por otra forma de trabajar la viticultura, la vegetación, por la producción ecológica y por dar más protagonismo a variedades difíciles a priori, pero de ciclo más largo como el mazuelo que teníamos en nuestro viñedos desde hace décadas».
Ana Barrón no cree que las mujeres sean ni mejores ni peores que los hombres: «Para mí, lo importante es saber trabajar en equipo y sacar lo mejor, el talento de las personas que trabajan contigo». No lo tuvo fácil al principio, ya que, si bien son varias las mujeres con responsabilidad en Marqués de Vargas, en bodega eran todos hombres: «Había que cambiar la forma de trabajar el campo y la bodega y no fue sencillo». «No hice nada –continúa– sin explicar el por qué y para qué y, al final, creo que el resultado ha sido muy bueno. En eso, en sacar el talento de la gente y trabajar en equipo sí que creo somos buenas las mujeres: tenemos amor propio, implicación y tesón».
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