«Paisaje y viñedo. No hablamos de nada más». Esta es la idea. Juan Luis Cañas abrió su reflexión propia, pero extensible, acerca del nacimiento y presentación de Subsierra, asociación que reúne a ocho firmas vitivinícolas, que apuestan por la bodega familiar, la excelencia en el saber hacer, el compromiso con el territorio y la ecología. Ocho firmas que se traducen en Tierra (Carlos Fernández), Carlos Sánchez, Amaren (Juan Luis Cañas), Ostatu (Mariasun Sáenz de Samaniego), Artuke (Arturo de Miguel), Teodoro Ruiz Monje, Tentenublo (Roberto Oliván) y Loli Casado. Ocho casas, 318 hectáreas, 77 referencias y seis pueblos (Labastida, San Vicente, Samaniego, Baños de Lanciego, Baños de Ebro y Lapuebla de Labarca) separados por 30 kilómetros, por carretera. Puesta de largo en el Centro de la Cultura del Rioja que se cerró con vinos de los ocho protagonistas,
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La ubicación geográfica está clara: al norte, la Sierra de Cantabria; al sur, el Ebro. Desde Briñas hasta Lapuebla de Labarca, por ahora, ya que Cañas dejó muy claro el carácter abierto de la asociación. Entre sus retos, que esas 318 hectáreas den uvas ecológicas en el plazo de cinco años, ya que a día de hoy no todos sus integrantes trabajan fuera de los sistemas más convencionales o tradicionales. Y no solo el viñedo propio, también el del proveedor. Uvas de la zona exclusivamente con el reto de expresar el terruño, vendimiadas a mano y con el compromiso de «pagarlas» bien, en el caso de los proveedores en un momento en el que la mayoría de los kilos que se cosechan en Rioja están por debajo del euro. Son algunos de sus mandamientos, a los que se añaden los mencionados en las primeras líneas. La asociación tendrá la capacidad de analizar, sancionar o expulsar, si procede, a quién no los cumplan, siempre desde dentro.
Viña, terruño y pueblos, filosofía también de kilómetro 0 en busca de mantener la vida en esas pequeñas localidades pensando en futuras generaciones y que no solo disfruten de esos majuelos, sino también el paisaje. Ahora bien, todo este pensamiento no se resumirá en una diferenciación visual, no habrá nada en la botella o la etiqueta que le haga sentir al consumidor la diferencia. El vino debe ser el único elemento diferenciador en su expresión del terruño. En sí, Subsierra recuerda a la idea de la VDP (Verband Deutscher Prädikatsweingüter), pero en sus inicios, cuyos vinos se identifican con la impresión de un águila en sus cápsulas. o A una IG, una identificación geográfica. «Lo que nos une es el viñedo, las bodegas con arraigo, el concepto de kilómetro 0 y los vinos que expresen nuestro terroir», resumió Juan Luis Cañas a los presentes, entre los que se incluían José Luis Lapuente, director general del Consejo Regulador, y Virginia Borges, directora general de Turismo del Gobierno de La Rioja.
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