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Siguen nuestras lecciones básicas en nuestra sección 'Saber de vino' en las que ya hemos hablado sobre 'Cómo se cata un vino', 'Cómo se cata un rosado', 'Cómo se cata un blanco', 'Cómo se cata un espumoso','Los pasos del vino hasta llegar a ser ... vino', ¿Maceración carbónica o despalillado? y 'Cómo se hace una barrica'. Hoy damos un paso más en este aprendizaje y hablamos y catamos un crianza con 'El Educador en vinos'.
Un vino de crianza es aquel que tienen que pasar como mínimo 24 meses de envejecimiento entre barrica y botella, de los cuales como mínimo, 6 debe ser en barrica.
Lo primero que debemos aprender a diferenciar es la etiqueta en la DOC Rioja. Así como la verde hacía referencia a los jóvenes, la roja es la que distingue a los crianzas.
Así como los jóvenes son vinos inestables ya partir de los dos años empiezan a perder características, los crianzas, al haber pasado por barrica (que provoca una oxidación) su olor, sabor y color se vuelven más estables, van a tardar más tiempo en morir.
Se cumple la norma pero en La Rioja se exige que en lugar de 6 meses en barrica, el mínimo sean 12.
La fruta (moras, fresas, arándanos e incluso limón) siempre está presente de forma natural en los vinos tintos, pero en el caso de los crianzas esa fruta también ha envejecido, por lo que la característica puede asemejarse más a algo parecido a la compota. A ello se suman olores y sabores como la vainilla (natural, no como la de las natillas), la canela, el clavo, nuez moscada... que aporta la madera tras haber sido tostada.
La astringencia que nos aporta un joven se suaviza en un crianza y se va reduciendo poco a poco, ya que el tanino es mucho más viejo y tiene menos fuerza.
A la hora de abrir la botella hay que tener en cuenta que el vino lleva, al menos, dos años encerrado, por lo que hay que ventilarlo, dejar que se 'abra' y oxigenarlo con el movimiento de la copa.
Una buena forma, cuando la luz no es buena, de ver los tonos del caldo es usar la linterna del móvil e iluminar la copa desde arriba tumbada sobre un fondo blanco. Así se pueden apreciar el reflejo rojo que deja el crianza. Si hacemos lo mismo con un joven, los tonos rojos también van a estar, pero tienden al fucsia y e incluso al violáceo, tendiendo al color de la uva. Cuanto más viejo es el vino los rojos se atenúan y aparecen los marrones y tejas.
Cuando nos encontramos en el supermercado o vinoteca ante una estantería llena de crianzas muchas veces resulta complicado saber por dónde empezar. Un truco está en fijarse en el año que viene en la etiqueta (que es el año en el que se ha vendimiado esa uva) y sumarle dos para saber cuándo ha salido al mercado (como mínimo) y tres más, porque «un crianza en el mercado puede aguantar perfectamente tres años», asegura José Ramón Jiménez. A partir de ahí depende de lo bien o mal que esté conservado el vino aguantará más o menos. «En bodega, por ejemplo, se pueden comprar con seis años o más», asegura. Es decir, un crianza de 2011 puede comprarse perfectamente en el 2017.
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