Un nuevo ejemplo de la búsqueda de otros horizontes vitivinícolas fuera de Rioja

La tradición vitivinícola de esta zona así como la altitud de las viñas, un elemento importante para conseguir frescura en las elaboraciones, están llamando la atención de grupos riojanos. Entre los primeros en llegar a Ribera, y en concreto todos ellos a Burgos, destacan Bodegas Portia, perteneciente a Familia Martínez Zabala –dueños de Faustino o Campillo, entre otras bodegas– y que se puso en marcha en 2010 en la localidad de Gumiel de Izán; Áster, del Grupo La Rioja Alta, en Anguix (1989); Corimbo, de Bodegas Roda, en La Horra (2009); o Dominio de Cair, del dueño de Luis Cañas y Amaren en Rioja Alavesa, en el municipio de La Aguilera (2008). Mientras que Bardos, del Grupo Vintae, optó por los páramos de Burgos y Soria, y Finca Villacreces, de los propietarios de Izadi en Villabuena, se asentó en 2003 por Quintanilla de Onésimo, en Valladolid.

Noticia relacionada

Barón de Ley ultima su llegada a Ribera del Duero con 200 hectáreas de viñedo

Juan Carlos Berdonces

Estas marcas abrieron el camino que han seguido después otras muchas como CVNE con Bodegas Bela en Villalba de Duero (Burgos), Marqués de Cáceres con Finca La Capilla en Roa de Duero (Burgos), Hispanobodegas con Viñedos y Bodegas Gormaz (Soria), Las Cepas también en la localidad soriana de San Esteban de Gormaz u Ontañón (Burgos).

En total, una quincena de bodegas de Rioja implantadas también en Ribera del Duero, «síntoma de que hay ganas por nuestra denominación y por la calidad de sus vinos», destacan responsables burgaleses, que inciden en el «prestigio» cada vez mayor de su zona vitivinícola. La próxima llegada de Muga o Barón de Ley, marcas consolidadas en mercados internacionales, «puede abrir a Ribera esos mercados foráneos», concluyen.