La Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) celebró ayer su asamblea en Bodegas Campo Viejo, de Logroño. Una forma de «rendir un tributo al vino», subraya el director ejecutivo de la FEBE, Bosco Torremocha, quien destaca que las bodegas de Rioja «se están diversificando y ... haciendo importantes inversiones» en un mercado cuya «pujanza ha permitido mantener y mejorar el patrimonio vitícola y vinícola del país».
– Tras un desolador 2020 por la pandemia, ¿cómo fue 2021?
– No ha llegado la normalidad. Las cifras en España han sido mejores, pero nos queda mucho camino por recorrer hasta recuperar los niveles de 2019. El crecimiento de la exportación ha sido mayor, no solo en volumen, sino también en valor, en generación de riqueza y en márgenes. El sector está diversificando mucho su oferta y buscando nuevos mercados virtuales, porque esta crisis no da tregua para la adaptación.
«Apostamos por ello día a día: las etiquetas de nuestros productos siempre llaman a la moderación, aunque a algunos se les olvide»
– Y tanto. Ahora ha estallado una guerra en Europa. ¿Afectará a las exportaciones a Rusia?
– Sin duda. La inestabilidad generada por la invasión inhumana de Ucrania por parte de Rusia nos va a afectar a todos. Pero no solo a las exportaciones. Son zonas estratégicas para los costes de la energía, que irán al alza, y para los costes de producción.
– Por primera vez han celebrado en La Rioja su asamblea nacional. El vino comparte su origen agrícola con los espirituosos y, de momento, se ha salvado de que la UE vincule su consumo con el cáncer.
– Estamos en la misma batalla. Creo que hay que sosegar el debate, porque se está pretendiendo legislar en caliente. Algunos dicen que no es legislación, que son recomendaciones. Pero nosotros ya sabemos cómo funciona todo esto y lo que creemos es que han faltado pedagogía, información a los consumidores y datos científicos irrefutables, y no se ha contado con nosotros, cuando estamos para ayudar, como lo estamos demostrando con las campañas de sensibilización y con lo que hacemos cada día: nuestras etiquetas siempre llaman al consumo moderado, aunque a algunos se les olvide.
– ¿Cómo es la interrelación entre vino y espirituosos?
– Absoluta. Allí donde hay una zona vitivinícola hay un destilado, un aguardiente, un orujo, un pacharán... que en muchos casos tienen base de vino. Esta pujanza del sector de los espirituosos ha permitido mantener y mejorar el patrimonio vitícola y vinícola de zonas como La Rioja, porque al final estas empresas que se han diversificado en estos dos sectores, se retroalimentan y forman parte o de la misma compañía o incluso de grupos donde a lo mejor hay una división mayor.
«Allí donde hay una zona vitivinícola hay un destilado, un aguardiente, un orujo, un pacharán...»
– ¿Cuál es la presencia del sector en La Rioja?
– Hay empresas señeras que llevan con nosotros muchísimo tiempo y que fundamentalmente han producido pacharanes. La inversión y la diversificación en un mercado como el espirituoso ha permitido que las bodegas hagan inversiones muy importantes. Hay ginebras a base de vinos y creo que los productores locales deberían explorarlo porque es una forma de hacer cuatro veces vino.
– Se están elaborando espirituosos que añaden matices que aportan productos característicos de cada comunidad. ¿Moda o tendencia?
– Tendencia, sin ninguna duda. Una tendencia que ha venido para quedarse. Es lo que piden los consumidores: quieren una ligazón con el territorio. Y, en el fondo, tu propuesta de valor como marca es la calidad, pero también distinguirte. Al final, las 200.000 toneladas de materias primas que trabaja el sector tienen muchos matices. Hay cosas que alguno ni siquiera pensaba y que están despertando interés y atractivo, sobre todo por la categoría.