Tan polémico como echarle gaseosa al tinto

Basta con dar un paseo por Laguardia, por Labastida y también por las vecinas Ábalos y San Vicente de la Sonsierra para comprobar que el asunto desborda la copa del negocio vitivinícola hasta caer de lleno en el tapete político. Pero también ha salpicado, y mucho, en el blanco mantel de una sociedad, la riojanoalavesa, con una identidad propia. El lío identitario, marquetiniano y económico está dejando un cerco que, visto lo visto, ni el perborato más potente será capaz de limpiar. De pronto, el vino, que trajo un progreso enorme a la zona, ha dividido a estos pueblos en dos.

En los bares, el personal lee el periódico del día con avidez, con El Tema (así, en mayúsculas) en portada. Pero pocos, muy pocos, quieren comentarlo. «Aquí somos cuatro gatos y todos sabemos de qué pie cojea cada uno, por eso prefiero no comentar nada, porque esto no es más que política, aunque algunos se empeñen, en el fondo no tiene nada que ver con el vino», bufa Jose mientras agita con brío un cortado en el Hasiera de Labastida. «Es una obsesión de algunos, que llevan años con la matraca. Y, aunque les duela, aquí somos y seremos riojanoalaveses siempre», le replica Antonio, a 20 kilómetros de distancia, en el Tertulia de Laguardia.

Todo el mundo coincide en que este es un tema con una fortísima carga política. «Yo no veo a la gente muy preocupada con esto», asegura Eduardo tras el mostrador de alimentación Llorente de Laguardia, uno de esos colmados de pueblo donde lo mismo se despachan ricos chorizos que estupenda pinta alavesa. «Conozco a gente que está a favor y otros que están en contra de salir de Rioja, tengo amigos bodegueros y solo vendo vino de aquí, creo que diferenciarse es bueno, la gente nos reconoce», asegura el tendero.

«La gente está muy dividida», admite Gerardo Martínez en el Hiruko. «A mí me parece que podría ser algo bueno crear una marca propia», desliza el tabernero, al tiempo que reconoce que existe cierta «incertidumbre» ante lo que pueda ocurrir. «Lo que está claro es que igual que yo no puedo hacer lo que hace McDonald's, los bodegueros pequeños tampoco pueden igualar a un gigante como Rioja», reflexiona.

Los negocios relacionados con el pujante turismo sí temen abiertamente por el efecto que las pretensiones de los bodegueros rupturistas pueda tener en la zona. «Con lo que nos ha costado hacernos una marca y ahora se quieren salir», lamenta Chari García Ugarte, la propietaria de la hospedería Los Parajes, toda una institución por estos lares. «A ver qué cara ponen en Londres cuando vean una botella de Viñedos de Álava: a nadie le cabe en la cabeza construir una marca desde cero», ironiza la mujer. «¡Es que somos Rioja Alavesa, con nombre y apellidos! El Gobierno vasco tiene que pelear por eso, por diferenciarnos, pero dentro de lo que somos», defiende a su lado Nekane Martínez.

El tema también es más que un runrún en San Vicente de la Sonsierra. «Aquí estamos en tierra de nadie, nunca nadie nos ha hecho caso y sobre este tema nadie nos va a consultar», se queja Juanvi que, junto a Jose Mari y Jesús, comparten un vino a media mañana en el gastrobar Cubedo. «Que hagan lo que quieran, que se vayan, pero que tengan en cuenta que las viñas están aquí, en esta tierra y eso no va a cambiar», avisa este agricultor jubilado.