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Inés Martínez
Miércoles, 31 de agosto 2016, 11:16
El mar de viñas que rodea Bodegas Baigorri esconde bajo sus cepas, justo debajo de la planta-mirador que centra el imponente edificio, siete pisos subterráneos. Una caja de cristal de 400 metros cuadrados integrada en su entorno, obra de Iñaki Aspiazu, emerge en un ... lugar emblemático de la Rioja Alavesa, Samaniego.
El visitante desciende al igual que lo hace la uva en su proceso de elaboración a través de los pisos que componen el edificio, uno a uno y poco a poco hasta llegar al lugar en el que el vino reposa. Como explica Isabel Oliver, directora de Relaciones Públicas de la bodega, "es un viaje gravitatorio que merece mucho la pena en vendimia".
Baigorri es relativamente joven, 14 años de vida, pero "además de por el boca a boca, es mundialmente reconocida por sus premios de arquitectura internacional. Como ejemplo, la maqueta de la bodega estuvo expuesta en el Museo Moma de San Francisco. Es la arquitectura al servicio del vino", afirma Oliver. Una muestra es que no se utilizan bombas para el remontado, sino que se realiza el proceso por gravedad.
Esa gravedad es parte imprescindible en la elaboración de los vinos de Baigorri. La uva llega entera a la fermentación desarrollando todo el proceso de manera vertical, evitando cualquier tipo de remonte mecánico. Y a todo ese proceso tiene acceso el visitante, que se ve inmerso en ese viaje descendente acompañado de los aromas del vino.
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