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RUBÉN JIMÉNEZ HERVÍAS
Miércoles, 24 de febrero 2016, 23:57
Es evidente que el mundo del vermut está viviendo una segunda juventud, atribuible a varios factores, entre los que sin duda se encuentra la proliferación de vermuts caseros por toda la geografía española, cuya principal contribución ha sido la de diversificar el producto, dando mayores ... opciones de elección a los amantes del vermut.
Como la mayoría de las personas ya saben, un vermut no deja de ser más que vino, generalmente blanco, aromatizado con diferentes raíces, cortezas, frutos, semillas y hierbas, al que se le endulza con azúcar o mosto concentrado, se le encabeza con alcohol y se le da color habitualmente con caramelo.
Coloquialmente hablando podemos encontrar dos grandes grupos de vermuts: los tipo italianos, de color rojo, muy dulces y con una graduación alcohólica del 15%, y los franceses, de color blanco, mucho más secos y con una graduación superior normalmente a 17º de alcohol. Pero entre medias existen muchas variaciones, tanto en la utilización del colorante como en el tipo de vino base utilizado -pudiendo hacerse con vinos tintos, rosados, blancos o espumosos-, en el contenido de azúcar, en la concentración de alcohol, en el uso o no de barricas y, sobre todo, en la mezcla y porcentaje de las hierbas utilizadas, el gran secreto de las casas elaboradoras.
Y es que, por desgracia para nuestra industria, lo que marca la gran diferencia entre los vermuts es la fórmula de hierbas utilizada, pudiendo encontrar alguna compuesta por más de 60 hierbas y otras más sencillas con apenas 10, pero todas ellas de una potencia aromática tal que sobrepasa cualquier aporte que pudiera atribuirse a la variedad de uva, el clima o el suelo donde fue cultivada. Esta es la razón por la cual en vermuts de baja calidad se utilizan vinos blancos neutros o de una calidad discutible. Y aquí tenemos un área de trabajo muy interesante para el mundo del vino, ligando el resultado final del vermut de manera más estrecha al terruño y a las técnicas de elaboración del vino, eso sí, sin que pierda su aroma y sabor característico.
Aunque es complicado, ya hemos formulado algunas recetas de hierbas que ceden parte de su protagonismo al vino, y una vez perfeccionadas se podría pensar en crear figuras de calidad que definan sus características y técnicas de elaboración, incluso bajo el amparo de D.O. de vinos ya consolidadas.
Otra alternativa muy interesante y con la que se obtienen vermuts excepcionales es transgrediendo un poco las exigencias que hace la legislación en cuanto a contenido en azúcar residual y graduación alcohólica mínima; elaborar 'vermuts' con contenidos alcohólicos, por ejemplo, de 12% y con concentraciones en azúcar incluso de la mitad de lo que se hace en estos momentos. Estos productos sólo tienen un problema y es que no se les puede llamar vermuts sino que son vinos aromatizados, y comercialmente es un gran contratiempo, pues pocos nombres tienen tanto reconocimiento y los tenemos tan interiorizados como el vermut. Basta con pensar en las veces que quedamos para tomar el vermut, sea lo que sea que bebamos, y lo unido que está al aperitivo.
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