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Casimiro Somalo
Miércoles, 17 de junio 2015, 11:19
No hay nada ni parecido en la Denominación de Origen Rioja. Ni en España. Y pocas, o ninguna, comparable en el universo del vino si exceptuamos alguna referencia en Saint Emilion o Champagne (Francia) con los calados de Ollauri hoy propiedad de Julián Murúa Entrena ( ... Bodegas Muriel). Aparquen la aldea y el ombligo. Pongamos datos y referentes encima de la mesa. A los viejos calados de Paternina en Ollauri hay que sumarle hoy otros tres más de la misma época y de otros posteriores que han sido comunicados hasta conformar una ciudad del vino bajo tierra con más de kilómetro y medio de recorrido. ¿Conocen algo similar?
Hace un año Julián Murúa, un hombre del vino de vieja y larga tradición, de las de verdad, adquirió los históricos calados de Paternina en Ollauri a la familia Eguizábal. Compró los calados, la firma comercial Conde de los Andes y algo más de 400.000 botellas del botellero de reservas y grandes reservas que hoy siguen allí en sus nichos como el mejor de los tesoros de toda la operación.
Un año después, sin hacer ruido, Julián Murúa ha adquirido tres calados más a otros propietarios particulares para comunicarlos al de Paternina hasta completar un recorrido de más de kilómetro y medio e idear un proyecto enoturístico que parece haberlo atrapado junto a su hijo Javier.
Algo debía tener pensado Murúa porque un año después ha adquirido tres calados más para completar el proyecto; ha iniciado la restauración integral de todo el conjunto y se dispone a terminarlo con una nave de barricas y una pequeña bodega con todos los adelantos tecnológicos para elaborar no más de 150.000-200.000 botellas de vinos de alta gama para la marca 'Conde los Andes'.
Por la obra realizada hasta ahora puede verse que los proyectos no se idean de un día para otro. Sin embargo, los Murúa están ahí día a día, siguiendo la obra y trazando su desarrollo en cada momento. Y si algunos quieren verlo no tienen más que pasar un día por allí para ver a padre e hijo seguir la restauración paso a paso, imaginar cada rincón y tratar de poner en marcha un proyecto fiel a los orígenes, aplicar un sentido práctico y un dejar constancia de su compromiso con la historia del vino de Rioja en una localidad como Ollauri.
Un año después la restauración de los viejos calados de Paternina está casi finalizada y muy avanzados los trabajos de los tres nuevos que ha adquirido posteriormente. Queda pendiente, todavía, la construcción de la nave de barricas que se levantará en un solar de la parte baja, junto a la carretera, además de la rehabilitación de otro edificio adyacente.
La idea no es otra que convertir a Conde de los Andes en un referente enoturístico a nivel internacional. Primero, hay que terminar las obras que se están realizando respetando la arquitectura original, los arcos, la piedra, los nichos, las tinas y toda la obra realizada en su día por canteros gallegos y otros a partir del siglo XVI y posteriores. Falta hacía a todos ellos cuando hoy se nota cómo funcionan los respiraderos y tuferas que airearon siempre los calados para mantener la temperatura ambiente de forma permanente y sin necesidad de equipos de frío. Y tanto o más para evitar humedades en suelos y paredes, dónde nadie las ideó mientras sigan goteando y discurriendo las filtraciones de agua por su cauce natural.
«El proyecto tiene que ser coherente y con criterio», decían Julián y Javier al unísono. «Queremos elaborar vino aquí como se hizo siempre en La Rioja Alta. Comenzaremos a elaborar aquí este año, algo que no se hacía desde hace décadas. Haremos tintos y blancos. Pero está claro que el proyecto está más dirigido a resaltar los calados y completarlo con una pequeña bodega con todos los adelantos técnicos necesarios», añaden.
Lo que parece claro por el desarrollo del proyecto es que hay un fin enoturístico de primer nivel, de 'categoría', como decimos por aquí. Y, además, selectivo y destinado a pequeños grupos, sin grandes masas.
El edificio del restaurante y las instalaciones se mantendrán con las consiguientes modificaciones. Allí podrán organizarse eventos de cata y gastronomía pero contratando el servicio gastronómico al exterior.
La inauguración de todo el conjunto de los calados no tiene fecha. Sin prisas pero sin pausas, este año. Todavía queda mucha tarea.
Julián Murúa y su hijo Javier prefieren eludir hablar de cifras de toda la operación. Preguntarlo tan siquiera podría parecer una grosería. «Lo que sí queremos es agradecer al Ayuntamiento de Ollauri las facilidades que nos han dado desde el primer día», señalaron ambos.
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