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En los últimos tiempos, sobre todo desde la pandemia del covid, miramos a Europa más que antes. En el Viejo Continente hay ayudas, hay oportunidades, ... hay mercado, hay proyectos… También para el sector vitivinícola. En las últimas semanas estamos echando la vista a Bruselas, a las instituciones comunitarias, por un par de asuntos muy concretos.
La Comisión Europea ha presentado un plan para intentar aliviar la crisis y está dispuesta a autorizar los arranques de viñedo, aunque falta por saber cómo se va a financiar. Y ahora Europa quiere sacar el vino de la batalla arancelaria con Estados Unidos y a petición de países como Francia -también La Rioja se ha posicionado en este sentido- parece que el producto estrella de nuestra comunidad quedará exento de las contramedidas y del gravamen del 25% que quiere aplicar la UE.
Son dos buenas noticias, qué duda cabe, para un sector en una situación complicada. Y que necesita, sobre todo, que su consumo se reactive. ¿Y es Europa un buen mercado para los vinos, ahora que las exportaciones a Estados Unidos se pueden resentir por el proteccionismo de Donald Trump? La respuesta es sí. De hecho, Reino Unido es el principal cliente de las bodegas de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja y en segundo lugar está Alemania.
En Países Bajos y Bélgica también se ha registrado el último año un aumento de las ventas y quizá un buen mercado para sondear sea El Vaticano. Porque es el país con mayor consumo per cápita del mundo, con un promedio de 54 litros de vino al año -más del doble que Italia (26 litros/año), que le sigue en el ranking-, según un estudio del Instituto del Vino de California y la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Una posible explicación de este elevado consumo puede estar en el perfil demográfico de sus habitantes porque la mayoría de los consumidores son hombres por encima de los 50 años, solventes y sin niños a su cargo.
Otra razón para que este pequeño estado destaque en el consumo de vino, qué duda cabe, es su uso en el ritual de la eucaristía, donde se utiliza en pequeñas cantidades durante las misas. Y en estos tiempos de 'locura' arancelaria, también conviene saber que el régimen fiscal de la Santa Sede permite la venta de vino está exenta de impuestos en el Spaccio dell'Annona, el economato del Vaticano. Esto facilita el acceso al vino a precios más asequibles y fomenta su consumo.
Las bodegas de la DOCa Rioja pueden tener ahí posibilidades comerciales y, de hecho, Heras Cordón, con sede en Fuenmayor, es la única firma que tiene el certificado de proveedor oficial del Vaticano, desde 2001; en su día lo concedió Juan Pablo II y que fueron renovando tanto Benedicto XVI como el actual pontífice, Francisco I. La bodega destina unas 2.000 botellas al año a la Santa Sede. Van selladas con el escudo de armas del Vaticano y firman con el nombre del actual Papa y la leyenda sagrada 'Misericordias domini in aeternium cantabo', extracto del Salmo 88 de la Biblia y cuya traducción es 'Cantaré eternamente las Misericordias del Señor'.
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