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El matrimonio de viticultores, en el pequeño viñedo. :: JUSTO RODRÍGUEZ
La niña bonita de Eva

Carra Santo Domingo | Fonzaleche

La niña bonita de Eva

Óscar y Eva comenzaron a trabajar Carra Santo Domingo en 2017, un viñedo de cien años que produce un litro por cada siete metros cuadrados y que funde tradición, familia y pueblo

Domingo, 19 de noviembre 2023, 20:13

«Es mi niña bonita», dice Eva Valgañón, una de las dos partes de Alegre & Valgañón. La otra es Óscar Alegre. Ambos representan a una vitivinicultura que más de uno rechaza, pero que para ellos es uno de los pilares de sus vidas. Asentada la firma en Sajazarra, ambos llegaron al pueblo de los 'faroles' en busca de una nueva experiencia. Ahora bien, la 'niña bonita', Carra Santo Domingo, no vive en Sajazarra, sino en Fonzaleche.

Entre las pasiones de Óscar y Eva está la de recuperar ese viñedo en terrazas que ha ido perdiendo importancia. Una de ellas. Ahí es donde aparece Carra Santo Domingo, que es fruto de una vitivinicultura manual, en el más amplio sentido de la palabra. No hay nada igual a este viñedo de 3.500 metros del que apenas elaboran 500 litros. Depende del año.

Como no podía ser menos, el viñedo está en la carretera de Santo Domingo. De frente, el monte San Lorenzo. Tres terrazas recuperadas donde cada cepa está esculpida en un suelo arenisco y sin profundidad que demanda agua cepa a cepa. Este año ha sufrido.

Carra Santo Domingo 2020

Carra Santo Domingo 2020
  • Garnacha, tempranillo, viura, calagraño. Viñedo plantado hace 100 años en terrazas. 14º. Crianza en barricas de 500 y 225 litros. 930 botellas. 45€

  • LA BODEGA :

  • Dirección Hontanillas 16, Sajazarra

  • Año de fundación 2012

  • Contacto info@alegrevalganon.com

Rosas caninas, romero, lavanda, olivos, muros de piedra dan forma al paisaje. «Para mí es la unión entre viñedo y pueblo, Fonzaleche. Pueblo de canteros que se ve reflejado en un muro de 200 metros que perimetra una viña poco productiva y levantado a mano», describe Eva Valgañón.

Y no solo pueblo, familia e incluso deseo, sano deseo. «Recuerdo de ir de pequeña a este viñedo. Siempre me gusto. Era de mi tío Salvador Valgañón y luego pasó a ser de mi padre. Siempre lo quise cultivar, pero mi padre respetó a quien lo llevó durante muchos años. Y hasta que no lo dejo, con 82 o 83 años, no pude trabajarlo. Año 2017. Difícil olvidar porque la helada no dejó ni una uva», rememora.

Si en la viña todo es manual, en la bodega también. La intuición y el conocimiento cobran importancia. Elaborado en tinas abiertas, con largas maceraciones y poco movimiento de vino y hollejos. Riesgos que se asumen para dar forma a bayas tempranillas, garnachas, viuras, rojales y calagrañas. Como las viñas de hace cien años, como ésta, que los ronda. A pesar de la edad, sigue siendo la niña bonita de casa.

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