La Loma | Briones
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La Loma que conquista el mundoMiguel Merino disfruta de cada palabra que guarda relación con el viñedo, con el paisaje, con el día a día en el mundo rural mientras su furgoneta, en la ciudad monovolumen, avanza por los caminos de la jurisdicción de Briones. El destino está en La Loma, aunque antes echa un ojo a algunas de sus joyas que poco a poco van formado patrimonio. Cada parcela se refleja con un gesto en su rostro, pero la Loma es diferente. No solo es un viñedo, no solo es un vino. Es más, mucho más. Es un recuerdo permanente, el de su padre, Miguel también. A los Merino les golpeó la vida con dureza en el 2021, en plena pandemia. Miguel, hijo, y Erika du Baele, su mujer, forman un equipo de ideas claras y objetivos ambiciosos que convierten en realidad.
«La llevamos trabajando desde el año 2001, pero no la pudimos comprar hasta el 2021. Mi padre la adquirió semanas antes de morir», recuerda mirando hacia el horizonte. Al frente, el castillo de Davalillo; en la lejanía, el León Dormido; a la izquierda, Briones; a la derecha, el pico San Lorenzo y las más cercanas tierras de Valpierre, donde se cuenta que el emperador romano Caracalla tenía su residencia de verano a la que llamaba La Yunta (camino que hoy aún existe). Una viña, una loma, abierta al mundo.
Tempranillo, garnacha tinta y garnacha blanca Viñedo plantado en 1946. Vendimia manual en caja pequeña. Maceración prefermentativa durante tres días. 2.478 botellas. 55€
LA BODEGA :
Dirección Carretera de Logroño, 16, Briones
Año de fundación 1994
Contacto info@miguelmerino.com
«Es un viñedo de 1,4 hectáreas que se plantó en 1946 y en la que confluyen tierras arcillo calcáreas y arcillo ferrosas. Manda la uva tinta, tempranillo y garnacha, y también hay garnacha blanca», relata. Suelos de roca madre calcárea, pobre y pedregoso en la cabezada y más fresco en el hoyo, si bien dos son las virtudes (no las únicas) de este tablón que va de este a oeste. «La Loma nunca se hiela y la uva nunca se pudre», dice Miguel. Una joya.
Miguel sigue mirando al horizonte. La Loma es un orgullo para él y para Erika. Aquí han recuperado también la choza que han blanqueado y han cerrado con una puerta. Paisaje. Algo antaño habitual y hoy extraordinario. Desde la Loma ya no se ven solo tierras de La Rioja, si que desde ella conquista el mundo vinícola. Y todo desde la sencillez, pero con el mido y los cuidados que demandan vides de más de 75 años.
La Loma, La Ínsula, La Pasada,... son algunos de los parcelarios hacia los que ha evolucionado Miguel Merino desde aquellos vinos de nombre, como Miguel Merino o Vitola.
Miguel y Erika controlan trece hectáreas de viña, de las que siete son en propiedad. Cerca de 60.000 botellas anuales y más de treinta viñedos que trabajan en ecológico, con fermentaciones individuales. Expresión máxima del detalle.
En su mente anida ahora una viña blanca que se ubica en la zona de Los Mártires, cerca de la ermita, y en la Senda de los Ángeles. La corona un enorme símbolo pétreo desde el que conquistar el mundo de nuevo.Cuestión de tiempo.
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